Fotografía de un modelo diseñado por David Delfín.
Se aprende mucho en la enseñanza. Me he dado cuenta de que andaba yo muy confundido, toda la vida sin saber en qué consistía en verdad ser homosexual. He tenido ahora la inmensa fortuna de que una encantadora alumna de Educación para la Ciudadanía me haya sacado de mi imperdonable ignorancia. Hoy, por fin, he aprendido que un homosexual es una persona a la que le gustan los de su misma especie. ¡Y yo creyendo que era otra cosa!
Más preocupado me ha dejado su definición de lo que es un heterosexual, sobre lo cual tenía yo también, según veo ahora, mis confusiones desde siempre. Me ha escrito que un heterosexual es una persona a la que le gustan las dos especies. Esto, sin embargo, me va a quitar el sueño hasta que tenga la oportunidad de preguntarle cuáles son las dos especies.
Comprenderás, amigo, amiga, mi preocupación. A mí me gustan y siempre me han gustado algunos miembros de mi especie, concretamente las que se denominan mujeres. Jamás se me ha pasado por la imaginación ni me ha sobrevenido en las peores pesadillas intentarlo con miembros de otra especie, de manera que parece ser que soy homosexual. Al menos es lo que sospecho que piensa de mí mi admirada alumna. ¡Qué vueltas da la vida! ¡De lo que uno se acaba enterando!
Y como esto de la Educación para la Ciudadanía –ya se sabe, una asignatura inútil e innecesaria donde las haya- se da sólo una hora a la semana, voy a tardar un poco en volver a ver a la alumna. Tendré que ir a buscarla porque quiero que me cuente lo de las dos especies. Porque eso sí que lo tengo claro. Yo heterosexual así no soy. Con más de una especie, no. Hasta ahí podíamos llegar.