Visto lo visto y vivido lo vivido, lo que intentaré poner en práctica y le pediré también a cualquiera que tenga algún contacto conmigo, sea del tipo que sea, es pulcritud. Me parece que debería ser el valor más importante en el futuro próximo y en el lejano.
El Diccionario define a una persona pulcra como aquella que es aseada, delicada y esmerada en la conducta y el habla. Es decir, que considero importante y necesario un intenso cuidado en la higiene personal y colectiva, con especial interés en toses, esputos y estornudos, en el mantenimiento de la distancia social, en el uso de mascarillas y, sobre todo, de guantes, en el estilo de trato que tengamos entre nosotros, buscando más la amabilidad que el distanciamiento arisco, la empatía y la comprensión más que las manifestaciones de odio y los entorpecimientos mezquinos, en el cumplimiento estricto de las normas que incrementen el bien común, en el fomento de lo que nos une y no de lo que nos separa, en la necesaria crítica constructiva y en la omisión de palabras hirientes, ofensivas o dañinas.
Mucho de lo que nos pasa posiblemente venga de la falta de pulcritud.