Tal día como hoy de 1892 nació Rebecca West.
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El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Podríamos pensar que es la clase pobre, esa que no tiene acceso fácil a la cultura y que tiene que hacer milagros con su economía para intentar vivir como sea, la que ha abandonado la ética. Pero no es así. Sería más acertado pensar que es la derecha, la que solo contempla su propio poder económico e ignora la situación de todos, la que o no sabe nada de ética o no quiere saber nada de ética.
Ayer el Tribunal Constitucional tenía que votar si apartaba de un caso a dos magistrados con mandato caducado y con intereses en la causa. Lo ético hubiese sido que los magistrados hubiesen abandonado la sala y no hubiesen decidido sobre su propio futuro, porque nunca se puede ser juez y parte en ningún caso. Pero no. La ética ha muerto en la derecha. Los dos señores magistrados, no dos indocumentados, sino dos señores magistrados, siguieron en sus poltronas y votaron con total parcialidad y bruta naturalidad sobre sus propios futuros. Dos magistrados del Tribunal Constitucional se olvidaron de la imparcialidad y del intento de objetividad y votaron según sus propios intereses. Y a continuación aprobaron también la intromisión del poder judicial en el legislativo. Están destrozando no solo la imagen que tienen los ciudadanos de la justicia, sino la propia justicia. Y están destrozando la democracia, que confunden con un circo en el que vale todo y en el que lo que hay que perseguir son exclusivamente los propios intereses de los poderosos, no los de todos los ciudadanos.
Los ciudadanos votan a los parlamentarios para que construyan las leyes por las que debe regirse la sociedad. Los jueces deben resolver los conflictos que surjan al aplicar las leyes, pero nunca deben impedir que se hagan leyes en el Parlamento. Hacerlo es una atrocidad propia de regímenes no democráticos. Una vergüenza tener que vivir una situación así. Una vergüenza más de corte totalitario y ultra que arruina la democracia.
Una cosa es la justicia y otra es la ética, pero hay ocasiones en las que ambas cruzan sus caminos, y entonces es cuando hay que entender que la ética está por encima de la justicia. Pero para eso hay que tener un grado de humanidad y de grandeza que esta derecha embrutecida que padecemos no tiene.
¡Qué desvergüenza y qué vergüenza!
Un nuevo día. Otro regalo de la vida. Ahora solo falta no quedarse parado viendo pasar el tiempo, sino montárselo de la mejor manera posible para que resulte un día bueno y agradable para uno mismo y para quienes nos rodean. Estar acostumbrado a saber hacer eso no es otra cosa que tener cultura. Suerte.
Siempre consideré al médico como una persona respetable, como un trabajador importante porque era depositario de un saber que no solo te podía curar una enfermedad, sino que te podía salvar la vida. De hecho, ambas situaciones las he vivido en mi propia existencia.
Sé que no todas las personas piensan así. Pronto empecé a oír casos de agresiones a médicos a manos de gente que se creía poseedora de toda la verdad y de toda la razón. Incluso conocí el caso de un paciente con un peso tan excesivo que le estaba dañando su salud, al que un médico, también grueso, le recomendó adelgazar. El paciente se lo tomó como una afrenta personal. Su orgullo no le permitió admitir que un médico grueso le mandara adelgazar y reaccionó insultándole y pegándole.
Creo que el maltrato a los médicos es un comportamiento propio de personas incultas, que aman poco a la humanidad, que no tienen clara la idea de respeto y que muestran poca consideración con el que sabe. De personas que deberían pasar por un nuevo proceso de educación, porque el que tuvieron no les produjo los efectos deseados. Hay que tener cuidado, como de hecho lo tienen los médicos, con estas personas.
Lo que ha contribuido a bajarme aún más la moral, lo que me ha indignado sobremanera y me ha hecho perder la esperanza en un mundo mejor es comprobar que personas de este estilo, incultas e indeseables, han llegado al gobierno de la Comunidad de Madrid y se han instalado allí para hacer fundamentalmente sus negocios con cualquier asunto y maltratar a médicos, a ciudadanos y a todo el que se interponga en sus planes sin el menor cargo de conciencia.
Hay médicos encerrados, en protesta por su situación, en la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Al parecer no les permiten ni que les lleven comida. Me parece un trato similar al que recibieron los ancianos de las residencias durante la Covid.
La situación exige una solidaridad que no puede acabar en las palabras.