Tal día como hoy de 2007 murió Mstislav Rostropóvich.
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El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
26 de abril de 2018
Deberíamos estar ahora debatiendo en Madrid las medidas concretas que proponen los diferentes partidos políticos para mejorar la sociedad. Sin embargo, el peculiar nivel cultural en el que estamos y la disruptiva intervención de agentes no democráticos han simplificado exageradamente la situación y la han reducido a un absurdo “o conmigo o contra mí”. Con el ánimo de aclarar los conceptos básicos que están ahora en juego, acompaño una brevísima descripción de lo que creo que debería ser el punto de partida de una reflexión política concreta previa a unas elecciones.
Fascismo
Es un sistema político de carácter antidemocrático (las decisiones no se toman por votaciones democráticas, sino que proceden directamente de quien ostenta el poder), autoritario (la autoridad la ejerce directamente el poder, sin que tengan importancia la libertad ni la autonomía), totalitario (la libertad está controlada por el poder y éste se puede entrometer en todas las facetas de la vida), que fomenta el miedo o el odio a los diferentes, que cree que los adversarios son enemigos que conspiran contra el fascista en una guerra permanente, que considera que el fascista es superior a todos los demás, especialmente a las mujeres y a los extranjeros, y que utiliza los conceptos de raza (término que pertenece a la zoología y que no es de aplicación a los seres humanos) o de patria para enardecer a las masas.
Democracia
Es un sistema político en el que todos los ciudadanos tienen derecho a elegir a sus gobernantes y a controlarlos. En el ejercicio del poder se pueden alternar los diferentes partidos para evitar cualquier tentación de totalitarismo o autoritarismo. Es importante la división de poderes: legislativo (que ejerce el Parlamento emitiendo leyes), ejecutivo (que ejerce el Gobierno poniendo en práctica las leyes surgidas del legislativo) y judicial (que decide en los conflictos que surgen en el cumplimiento de las leyes). Los principales valores en los que se basa una democracia son las libertades de todos, la igualdad de todos, la no discriminación de nadie, el respeto a la Constitución y a los Derechos Humanos (civiles, políticos y sociales), la importancia de llegar a acuerdos y a pactos y el reconocimiento de los derechos de los trabajadores.
Ser de derechas
Las derechas las forman un conjunto de ideologías que tienen en común la defensa del individualismo (frente a los colectivismos), del conservadurismo (actitud de rechazo de los cambios sociales, económicos y políticos y del progresismo) y del carácter privado -no público- de las principales actividades económicas y sociales (servicios públicos, educación, sanidad, pensiones, etc., aunque no todos los ciudadanos tengan medios económicos para disfrutar de ellas). Los partidos de derechas defienden los intereses privados de un sector de la población. Últimamente, a partir de los años 70, son partidarios del neoliberalismo, que pretende la reducción al mínimo del Estado, potenciando las privatizaciones y la desregulación de la economía (eliminación de las normas que organizan las condiciones de trabajo).
Ser de izquierdas
Las izquierdas las constituyen las ideologías que defienden posiciones más colectivas (el conjunto de todos los ciudadanos es más importante que los individuos concretos), progresistas (propugnan el desarrollo de la sociedad hacia posiciones más justas y avanzadas) y públicas (el Estado debe velar por que todos puedan disfrutar de los servicios públicos, la educación, la sanidad, las pensiones, etc.) Las izquierdas no defienden intereses privados, sino que pretenden el bien común, que todos los ciudadanos puedan vivir con un mínimo de condiciones vitales satisfechas. Algunas izquierdas (comunismo) defienden el carácter público de los medios necesarios para producir los bienes. Otras admiten el sistema de producción capitalista, aunque sin el carácter de fuerte explotación que defiende el neoliberalismo, y ven necesario compensar las diferencias que se producen mediante un sistema de impuestos más justo (socialdemocracia).
Esto es lo que, en el fondo, está en juego en las elecciones de Madrid. Y lo que cada partido expone en sus programas, claro.
Hace muchísimos años a unos abuelos simios se les ocurrió apoyarse solo en las patas traseras para así poder alcanzar con mayor facilidad los frutos de los árboles. Eso les cambió la estructura de la mano y pudieron agarrar mejor los palos y las piedras. En seguida comenzaron a sufrir una extraña sensación en la cabeza, que era signo de que en ella empezaban a aparecer ideas. Pronto notaron que la garganta les permitía emitir ruidos muy distintos a los gritos y aullidos a los que estaban acostumbrados. Eso les facultó para hablar, expresar las ideas y comunicarse. Desde entonces, los descendientes de aquellos abuelos saben que vivir es cocerse a fuego lento en el caldero de la existencia hasta conseguir un guiso que resulte sabroso y que dure sin estropearse el mayor tiempo posible. De ese cocimiento han ido saliendo genios, brutos, guerreros, cocineros, sexadores, futbolistas, políticos, psiquiatras o escritores. Todos ellos han ido generando mundos de diversa condición, unos más evolucionados y otros más nostálgicos del grito y las cuatro patas. Últimamente parece que en este discurrir ha aparecido un cierto estancamiento y que la mediocridad ha hecho acto de presencia con fuerza y con estruendo. A muchos de los nietos de aquellos abuelos no les importa hoy que sus actos, sus ideas y sus vidas sean de poca calidad, tirando a malos, ni que el guiso resultante sea vulgar y poco apetitoso. La mediocridad se va instalando sin remedio en las mentes y en el mundo de hoy, y se va convirtiendo en el signo de estos tiempos.
El libro sirve para leer.
Leer sirve para gozar y para aprender.
Se puede gozar de muchas maneras.
No es necesario leer para gozar, aunque hay goces y goces.
Es más difícil aprender sin leer.
Se le nota mucho a quien no aprende.
Y también a quien no lee.
No aprender implica, lo admitas o no, ir embruteciéndose poco a poco, ir perdiendo humanidad.
Leer o no leer.
Esa es tu cuestión.