Tal día como hoy de 1857 nació Ruggero Leoncavallo.
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El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Las derechas han descubierto la eficacia del marketing político. No suelen tener argumentos, y los que tienen son, en la mayoría de los casos, impresentables, porque se basan en la explotación, el afán por conseguir dinero como sea, el mantenimiento de las desigualdades y la expresión de una realidad deformada y tergiversada de acuerdo con sus intereses privados.
Como no pueden basarse en contenidos atractivos y eficaces para la mayoría de ciudadanos, recurren a técnicas de comunicación para estar presentes en la sociedad. Saben que en política el odio es muy rentable, que la mentira siempre deja un poso útil, que si difaman, algo queda, y que lo importante es que se hable de ellos, aunque sea mal. Por eso usan las técnicas fascistas de Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler (técnicas que deberíamos conocer todos, para no caer en sus maniobras), y el bulo como mensaje.
Se trata de lanzar un bulo llamativo que, por definición, sea falso. Por ejemplo, que la Comunidad de Madrid paga 4.700 euros al mes por cada menor extranjero no acompañado que tutela, lanzado por Vox. O el que decía que las Comunidades Autónomas “pueden ocupar viviendas privadas. El 'exprópiese' ya ha comenzado. El régimen chavista empieza a instaurarse en nuestro país. ¡Gravísimo!”, emitido por el PP. O aquél que lanzó la señora Ayuso, que decía que el Ejecutivo de Sánchez “bloqueaba” el material de protección sanitario destinado a la Comunidad de Madrid. O uno de los últimos de esta señora, llamando “mantenidos subvencionados” a las personas que acuden a las colas del hambre.
Los bulos no responden a la realidad. Son burdas mentiras lanzadas a sabiendas de que lo son. Al lanzarlas, se habla ya de quien las lanza -se logra la propaganda- y con ellas se hace daño al adversario. Luego terminan desmintiéndose, pero de ello no siempre se entera quien se ha creído el bulo. Y, al desmentirlo, se vuelve a hablar de quien lo lanzó. Se trata de estar en boca de los ciudadanos y que estos, al hablar del bulo como si fuera verdadero, hagan la propaganda a quien lo lanzó. Y gratis.
Muchos de quienes se tragan un bulo no sabrán jamás que era falso, porque tampoco han tenido nunca interés en comprobarlo. Y hay periódicos que solo buscan el negocio, para lo cual se han especializado en lanzar bulos. No tienen profesionalidad ni ética, solo afán por conseguir dinero como sea. Es el triunfo del lema neoliberal: “Vale todo”.
Lo malo de las mentiras es que es muy difícil volver a creer en quien ha mentido ya una vez. Sin embargo, hay ciudadanos que poseen una enorme y extraña facilidad para no perder la confianza en los mentirosos. En su despiste, creen ingenuamente que los mentirosos los van a defender, por lo que no les importa tragar todas las barbaridades que les pongan delante. Así andamos. Así van algunos, tragando bulo tras bulo, hacia la ruina.
Ayer necesitaba que me viera mi médica, así que llamé por teléfono al Centro de Salud. Después de múltiples “Diga sí o marque 1”, “Marque x” o “Marque y”, cuando al final, tras varios minutos, me conectan con el Centro de Salud, sale una voz diciendo que el teléfono al que he llamado está inhabilitado. A continuación desconecta la comunicación. Insistí, pero con el mismo resultado. Tuve que ir a que me viera un médico de guardia. Comprobé que el personal está ocupado atendiendo a las personas que acudimos allí, dado que no hay otra manera en el siglo XXI de ponerse en contacto con el Centro.
Hoy he intentado, mediante la aplicación del móvil, que mi médica me dé una cita telefónica, ni siquiera presencial. Me la da ¡para el 7 de mayo! Si la quiero presencial, no hay ninguna en los próximos 14 días.
Así se explica que esté creciendo el negocio de la sanidad privada. Así nos trata la señora Ayuso. Lo que te espera, votante de derechas que no tienes un euro, pero que odias a la izquierda, tú sabrás por qué, es tener que pedir un crédito si tienes una enfermedad importante y quieres que te atiendan pronto. La señora Ayuso destina el dinero público, los millones que le ha dado el gobierno central, no a cuidar la sanidad pública, no a incrementar las plantillas, sino a que sus amigos constructores ganen dinero y sus amigos empresarios médicos ganen dinero. Es lo que siempre ha hecho la derecha: usar el dinero público con fines privados. Me consta que los profesionales de la sanidad pública hacen lo que pueden y como pueden, pero cada vez son menos y están en peores condiciones.
Una cosa es ser de derechas y otra ser de derechas en España, ser como usted, señora Ayuso.
19 de abril de 2020
Creo que en esta situación en la que estamos deberíamos ser muy comprensivos. Ser comprensivo consiste en no juzgar ni condenar alegremente a nadie, sino en intentar ponerse en el lugar del otro, de los otros, procurando conocer lo mejor posible las circunstancias en las que viven, lo que les está pasando, las necesidades que tienen y los posibles inconvenientes que tienen que superar. La humanidad se mide más por la empatía que seamos capaces de incorporar en nuestras vidas que por unos juicios hechos a la ligera, con informaciones tergiversadas y con muchas posibilidades de ser injustos. Una sociedad enferma, o que puede estarlo, necesita paz y que la pacifiquen. Y hablo por mí: bastante tengo ya procurando que no me alcance el virus y deseando que no haga mella en las personas que conozco y que quiero, como para, encima, tener que soportar un clima de guerra, de insultos, de intereses particulares, de tener que estar, como ciudadano, defendiéndome tantas veces. Sería mejor -yo lo deseo- que nos comprendiéramos más y que fuéramos más pacíficos. Y me refiero a las personas, pero también a aquellos periodistas que tienen que vender lo que escriben como sea, a ciertos políticos que quieren sacar alguna tajada de esto y, en general, a todos.