Lo que ocurre después de una relación sexual es tan importante como lo que se disfruta antes y durante ese encuentro.
Es un momento óptimo para expresar y transmitir esa vinculación emocional, afecto, sensualidad y comunicación (besos, caricias, gestos de ternura, palabras cariñosas y de satisfacción por el placer obtenido, dormir abrazad@s etc).
Pero muchas personas, mayoritariamente hombres, se duermen inmediatamente después.
El sueño postcoital es consecuencia de una respuesta fisiológica; ya que a nivel neuroquímico se produce una gran descarga de serotonina, oxitocina, vasopresina y prolactina que induce a ese estado.
El que se duerman rápidamente después de hacer el amor suele ser motivo de queja por parte de sus parejas, porque lo pueden interpretar como una desconsideración, desinterés o incluso una ofensa en un momento en el que para muchas mujeres sería una ocasión ideal para disfrutar de la máxima intimidad y unión con la pareja o de una conversación íntima llena de complicidad.
Por el contrario, la capacidad multiorgásmica de las mujeres, hace que después de haber disfrutado de un orgasmo se pueda reactivar la energía y el deseo sexual.
Y en cambio el hombre necesita un tiempo de recuperación tras esa fase de resolución y orgasmo (periodo refractario)...
En cualquier caso, mujeres y hombres podrían llegar a un entente cordiale siendo comprensiv@s y empátic@s con estas realidades fisiológicas adaptando los tempos sexuales; y además comunicando a la pareja sus gustos, preferencias y necesidades afectivas para después de haber gozado junt@s.
Y como seres racionales que somos, podemos vencer en cierta medida ese imperativo biológico y aprender a no dormirse instantáneamente.
Se trataría de amar después de amar.
Y llenar de afecto, ternura y pasión a quien justo antes te ha acompañado en ese viaje de placer conjunto hacia las estrellas.