Sufjan
Stevens, el cantautor de Chicago, lleva más de una década
enamorando a los que valoramos la belleza de su sencillez.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
jueves, 31 de marzo de 2016
miércoles, 30 de marzo de 2016
Buenas noches. El tiempo / 18
Todos los minutos tienen sesenta
segundos, pero no duran lo mismo para todas las personas.
Buenas
noches.
Los martes, pescao. Un buen libro de gastronomía
Además de una competente gastrónoma,
Charo Barrios es coordinadora, en Sevilla, de un proyecto de
formación en cocina española sana dirigido a jóvenes emigrantes y,
también, editora de un blog de referencia en cuestiones culinarias,
como es Comeencasa. Pero, sobre todo, yo la veo en el papel de
defensora del acto alimenticio como el lugar en el que confluyen las
buenas materias primas, unas estupendas formas de cocinarlas, el
objetivo, siempre tan olvidado, de mejorar la salud del comensal, así
como el deseo de que este obtenga placer al degustar platos sencillos
y ricos.
En el fondo, lo que propone Charo
Barrios, en mi opinión, en todas sus facetas gastronómicas es
la creación de una cultura anclada en la tradición culinaria. La
cultura es siempre creativa, porque intenta mejorar todos los
aspectos de la vida humana. En el aspecto culinario, esta creación
se puede mostrar tanto en la elaboración de recetas nuevas como en
el cambio de algunos ingredientes o métodos tradicionales que eviten
los efectos nocivos para la salud que, a veces, estos producían. Así
fueron los primeros pasos de lo que se llamó La nueva cocina
y así creo yo que es el espíritu de las recetas de Charo
Barrios.
En estos días, nuestra experta
cocinera y gastrónoma acaba de sacar al mercado un nuevo libro
titulado Los martes, pescao. El libro se sitúa en la
misma línea que el anterior Los lunes, lentejas.
Podría pensarse que el atractivo
fundamental del libro son las recetas, 56 en total, que contiene. Es
verdad que parecen muy útiles y muy ricas y que eso, de por sí, ya
justificaría el uso del libro, pero a mí me gustaría insistir en
un aspecto que lo acerca a lo que antes he citado: es un ejemplo
claro de una concepción de la gastronomía como cultura. Me refiero
a que Charo Barrios no se conforma con mostrarnos cómo se
hacen, por ejemplo, unas Papas con chocos, unos Garbanzos con
langostinos o una Ensalada de chipirones con aguacates, sino que nos
ilustra sobre las ventajas que tiene para la salud consumir pescado,
los aportes minerales de cada una de las variedades, la forma de
distinguir el pescado blanco del azul o la conveniencia de alternar
el consumo de ambos, aspectos todos ellos tan importantes o más que
el gusto del plato. Los martes, pescao contiene también
consejos sobre lo que hay que tener en cuenta a la hora de comprar el
pescado, las épocas idóneas para su consumo, la manera de
congelarlo y de descongelarlo, las precauciones relacionadas con el
temido anisakis o el interés que puede tener el pescado para los
niños. Estos detalles tan importantes son los que, a mi juicio, le
dan altura y originalidad al libro.
Las recetas que contiene son, en
general, fáciles de hacer, con productos que se encuentran sin
mayores problemas en el mercado y sin que falten las puntuales
observaciones que faciliten su realización. En algunos casos, se
añaden los pasos a seguir si se quiere elaborar el plato usando la
Thermomix o el microondas.
Leyendo los escritos de Charo
Barrios -y, en particular, Los martes pescao- se
aprende mucho, sobre todo, a matizar y a perfilar lo que significa
comer. Porque no se trata simplemente de eliminar el hambre, sino de
alimentarse y de hacerlo de la mejor manera posible. Para ello es
importante acostumbrarse a una planificación semanal o, incluso,
quincenal de las comidas, porque solo así se podrá conseguir una
dieta equilibrada que sea favorable para salud y también -¿por qué
no?- para la estética personal. Esto es particularmente relevante
para el caso del pescado, elemento importante en la dieta
mediterránea y muy recomendable desde el punto de vista nutricional
y desde el saludable.
Charo Barrios es una persona
moderna, pero en la cocina no acaban de gustarle las moderneces. Por
tanto, no encontraremos en Los martes, pescao ningún
invento crujiente ni sofisticado, ni nada que requiera sifones ni
esferificaciones. Sus recetas son de corte tradicional, pero
elaboradas desde lo que las ciencias de la salud nos dicen hoy.
Lo que no entiendo muy bien es lo de
escribir pescao en
lugar de pescado.
Sé que la lengua evoluciona cuando lo hace el habla, pero hay
cambios, como este de quitar la d en los finales en -ado
o en -ido, que a mí no me gustan demasiado. Claro que, como
yo no he escrito el libro, pues no tengo más que aguantarme. Es
cierto, de todas formas, que la autora usa la palabra solo en el
título y en un par de lugares más, pero aún así me chirría un
poco.
El libro es altamente recomendable, no
solo porque alivia el desasosiego que produce la dichosa pregunta
¿qué comemos mañana?, sino porque va más allá del pescado frito
y nos introduce en un mundo de preparaciones diferentes, igualmente
sabrosas e, incluso, más sanas, que conviene conocer y practicar.
Charo Barrios. Los martes, pescao.
Editado por Q-book. Cádiz. 2016. editorial@qbook.es
martes, 29 de marzo de 2016
Buenas noches. No al machismo 50
La
mujer debe darse cuenta pronto de que el machismo está basado en la
explotación de la mujer por el hombre machista.
Buenas noches.
Mi piel soy yo
Lo que importa es la piel. Puede que
nos atraiga más a primera vista la forma, la silueta de su cuerpo,
pero lo que nos puede unir a alguien como un árbol a su raíz es la
piel. Lo que nos seduce es la piel. Lo que hace que nos quedemos con
ella es la mente, pero lo que nos llama y nos hace sentir con una
fuerza que puede superar nuestro deseo es la piel.
Y su piel era limpia, tersa, fina, casi
sin poros ni manchas que distrajeran la atención de una mirada
detenida.
-Ahora que te has
tatuado buena parte de tu piel, ya nunca podrás desnudarte del todo
-le dije.
Me miró sorprendida y y mantuvo su
mirada con una atención concentrada, como si su pensamiento no
supiera si intentar primero comprender lo que había oído o saber
quién era aquél cliente ocasional que se había atrevido a
sorprenderla aquella tarde con tan chocante afirmación.
Yo sabía que en el pasado el tatuaje
había sido un símbolo de identificación con un colectivo, una
forma de sentir la compañía de los iguales en situaciones adversas
o difíciles. Eso era lo que les llevaba a los marinos o a los
presos, por ejemplo, a lucir en sus brazos y en sus pechos nombres o
figuras que les recordaban partes ausentes de su mundo y que les
unían a quienes vivían una situación similar.
No sé si ahora el simbolismo del
tatuaje es el mismo. Es posible que en la actualidad tenga más bien
algo de huida de una forma de ser, de un modelo de persona con el que
no le gustaría a uno que le asociaran. O de no sentirse miembro de
un mundo tradicional, vacío, hueco, moribundo en el que nos
encontramos tantas veces. No sé si hoy el tatuaje tiene más de
intento de diferenciarse que de identificación con otros, porque
tampoco parece que quienes se tatúan la piel se sientan formando
parte de un grupo determinado, con características comunes.
-Es posible que
tengas razón y mi piel ya no pueda mostrarse desnuda del todo,
porque parte de ella está cubierta por los tatuajes, pero con ellos
me estoy desnudando también el alma. Lo más importante de mi vida
lo llevo escrito en mi piel. Cada uno de mis tatuajes tiene un
significado muy importante para mí. Son mis vivencias, mis
recuerdos, mis experiencias -me dijo.
Confieso que me quedé muy sorprendido,
no sólo por lo que me respondió, sino porque aquello revelaba, no
un mero capricho por adornarse el cuerpo, sino una racionalidad, una
manera de pensar que yo no había imaginado nunca. Y añadió:
-Sé que esta
estética y esta forma de tratar el propio cuerpo no le gusta a todo
el mundo, pero es la mía y a mí sí me gusta.
A mí me gustaba mucho más la piel de
aquella mujer que su tatuaje, pero entendía que su argumento era de
mucho peso y que a nadie sensato se le ocurriría rebatírselo. Le
dije:
-No sé si yo
sería capaz de besar con pasión una piel así. No sé si podría
deslizar mis labios por algo que no me parece una piel de mujer. Es
posible que me pudiese acostumbrar. No lo sé. Tu piel es preciosa,
pero ahora es una piel pintada, es otra cosa.
Con una sonrisa con la que me pareció
que me quería decir que me comprendía, pero que yo también debía
comprenderla a ella, me contestó:
-Yo soy así. Esta
soy yo. Esta es mi piel. Mi piel soy yo.
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