Se llamaba Ángela Figuera Aymerick y fue una de las voces más potentes de la poética española ligada a la generación del 27. No fue una de las exiliadas (quizá por ello no haya interesado tanto como las que sí lo fueron) pero, a mí entender y sobre todo al de muchas personas que se han acercado a ella y a su obra, sufrió una circunstancia aún peor por lo que supuso de resistencia frente a un régimen con el que no estaba de acuerdo, algo que el especialista en Generación del 27, José Luis Ferris, ha definido como el «insilio», ese exilio interior aún más peligroso y doloroso que el que llevo a tantas compañeras fuera de nuestras fronteras, por lo que suponía de falta total de libertad (también en lo creativo) y el miedo a estar permanentemente bajo el ojo de mira.
Puedes leer el artículo de Mercedes G. Rojo pulsando aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes expresar aquí tu opinión.