El asunto lo expresa hoy bien claro Manuel Vicent en su columna de El País, que se titula Tiempo de mandarinas:
Ser joven consiste en hacerse preguntas; ser viejo consiste en creer que se tienen ya todas las respuestas. La edad no cuenta. Durante esa travesía, el joven se pregunta por qué está vivo, qué sentido tiene levantarse de la cama cada mañana, qué hay más allá de los sueños. El viejo sabe de qué se trata.
Sería bueno que buscaras el artículo, que te lo leyeras y que pensaras sobre su significado.
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