Todos, en todas partes, desean felicidad y amor y paz y tranquilidad y un mundo mejor y salud y todas las bondades posibles. Qué bien. Qué alegría.
Yo me pregunto por qué este espíritu tan bueno que se oye en estas fiestas no lo cambiamos por una actitud, algo que dure más tiempo, toda la vida o, por lo menos hasta el 26.
A ver si es posible.
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