La adversidad no es cosa exclusiva del jodido virus. La adversidad está presente en nuestras vidas cada día, cada momento, siempre. Que dé más o menos la cara es una cosa, pero que nos acompaña es algo evidente. Vivir, en el fondo, consiste en vencer la adversidad, procurar que no nos gane terreno, intentar reducirla a su mínima expresión y, si es posible, eliminarla durante un rato largo. O sea, que vivir es disfrutar de la vida y, a la vez, luchar contra la adversidad.
Me parece que para que esto pueda tener un fin aceptable, hay que partir de algo indispensable: aceptarlo. Tenemos que aceptar que la adversidad existe, que nosotros estamos junto a ella y que hay que combatirla de la mejor manera posible. Aceptarlo no solo es un buen punto de partida para la victoria, sino que psicológicamente sienta las bases para sobrellevar con un cierto sosiego la lucha.
Buenas noches.
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