Cada cual sitúa la esperanza en el
momento y en el lugar en que la necesita. A veces es urgente que la esperanza llene
un vacío en el presente. Otras veces deseamos que la esperanza eche
sus raíces en un futuro más o menos incierto. Otras,
desgraciadamente, vivimos de espaldas a la esperanza. Hay que
prepararse cada día para vivir con esperanza. Es bueno relativizar la
adversidad, prepararse para la vida que uno quiere llevar, no dejarse
arrastrar por el cansancio, rechazar el pesimismo que siempre nos
amenaza con caminos que nos llevan a una meta peor. La esperanza
también depende de nosotros.
Buenas noches.
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