martes, 11 de octubre de 2011

Lo peligrosos que pueden llegar a ser los neoliberales




Hay quien ingenuamente piensa que el neoliberalismo es un mero sistema económico, como puede serlo otro cualquiera. Esta simpleza mental es propia de quien tiene mucho dinero y prefiere no plantearse el mundo de otra manera o de quien está gravemente entontecido y no se da cuenta de cómo es el mundo que le han fabricado y le han puesto delante de sus narices para que viva sin vivir en él. El neoliberalismo, como cualquier sistema económico, es una forma de vida, una manera de estar en el mundo, de tratar las cosas del mundo y de tratar a las personas.

Pero el neoliberalismo es particularmente perverso porque está basado en el individualismo y en el egoísmo individual, olvidándose del otro y de cualquier posibilidad de relación generosa con el otro. Me parece importante que observes esto en las sociedades en las que domina el neoliberalismo. No tienes que irte muy lejos para ello. Los neoliberales, representados entre nosotros por el PP, no practican ninguna virtud cercana a la generosidad, a la solidaridad o a la ayuda al necesitado. Van a lo suyo o, como mucho, a lo que beneficia a los suyos. La idea de repartir entre todos, de ceder para los demás, de tolerar al diferente la rechazan como si les apestara de manera insoportable. No digamos la idea de igualdad, en la que ven una especie de concentración insufrible de todos los males que pueden hacer saltar por los aires sus cuentas corrientes y sus privilegios. El neoliberal es ajeno a la idea de persona, de respeto, de derechos humanos, de cualquier sentido de lo humano que implique la idea, que creen diabólica, de que todos somos iguales.

Los neoliberales son muy peligrosos. Los pobres incautos que, sin tener ni dinero ni poder ni nada que conservar y que, como ellos, tampoco han sido agraciados con el sentido de lo humano, los toleran e incluso los votan, ignoran que cualquier día un neoliberal sin escrúpulos puede tomarla con ellos y jugarles una mala pasada sin que nadie escuche sus protestas ni muestre la menor misericordia. Ya lo cantaron el otro día: “¡A por ellos, oé!”.

Y si todo esto te parece una exageración, lee la siguiente noticia, que habla de la propuesta de un neoliberal en la tierra en donde habitan los hijos de Reagan y los sobrinos de Thatcher, santos padres ambos de toda esta enfermedad neoliberal. Cuando lo hayas leído, no te olvides de que les da lo mismo que sea un enano, un obrero, un negro, un socialista, un enfermo, un alumno o un profesor. Fuera de su mente de hierro oxidado no existe para ellos nada de valor.

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