Cuando hablaba, creía que las palabras eran sólo palabras. Pero en realidad, las palabras son acciones sobre el mundo, producen efectos, tienen consecuencias para los demás y para uno mismo. Con las palabras puedes hacer daño o aliviar el mal, puedes encumbrarte ante los demás o quedar en ridículo. Es absurdo hablar por hablar. Es infantil creer que se puede decir cualquier cosa que le llegue a uno a la boca, sin medir lo que eso puede implicar.
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