Después del sermón del cura, tan machista, tan poco humano y tan deshumanizador, leo en El País el largo y espeso artículo de la magistrada de la Audiencia Provincial de Barcelona María Sanahuja titulado Los caminos y los atajos de la igualdad.
Extraigo de él algunas ideas interesantes. Una de ellas advierte del error en el que caen algunas mujeres al pensar que en la sociedad actual gozan ya de todos los derechos posibles, que ya han llegado a la meta de su desarrollo y que son los hombres los que ahora se han quedado atrás, en una especie de parón en su evolución, por lo que les corresponde a ellos ponerse, con su esfuerzo, a la altura de la igualdad. Olvidan estas mujeres, en opinión de la autora, que, a pesar de los avances habidos, siguen siendo las mujeres las que transmiten la ideología patriarcal, en donde el hombre sigue ejerciendo al poder y la mujer la que obedece. Y esto lo hacen, en general, porque el hombre no participa en la educación y, por consiguiente, son las mujeres las encargadas de hacerlo, pero lo hacen en gran medida siguiendo los pasos de la televisión, de películas, de series de éxito y de la publicidad, en donde el modelo que se transmite sigue siendo el de una mujer destinada a vivir su papel de género en una sociedad machista.
Invita la autora a las mujeres a que sigan reivindicando su función de conquistadoras de la igualdad, porque no han llegado aún a ninguna meta tranquilizadora. Y a los hombres, que se sumen a esa búsqueda de la igualdad real, si no quieren verse relegados al papel de meros sementales.
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