José Luis Sampedro definía la actitud del profesor como una mezcla de amor y provocación. Provocación, porque si no despiertas la curiosidad y el interés, seguramente tu trabajo será ineficaz. Y amor, porque en esta profesión, como en todas, hay que volcarse en lo que se hace. Volcarse y actuar humanamente viene a ser lo mismo.
He hablado estos días con una amiga que se dedica a la educación y he comprobado con mucha alegría que hay personas que siguen la consigna de José Luis Sampedro.
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