NIEBLA
Del latín nebula. La raíz indoeuropea nebh- es muy productiva en sánscrito y avéstico (India), en irlandés, en eslavo antiguo y otras lenguas. En ruso nebo es cielo. Por otra parte, es increíble, pero todo apunta a que NUBE no está relacionada con niebla, más bien se relaciona con el significado de cubrir; nubes en latín significa también velo de novia, que usaban el color naranja, y hay en español un adjetivo, edad núbil, la edad de casarse, adjetivo aplicable solo a la mujer. Niebla es névoa en gallego, euskera lainoa, catalán boira.
LLUVIA
Del latín pluvia. En castellano los grupos pl, cl, fl evolucionan a ll, mientras que en portugués dan ch. Plenum, lleno, cheio; clavem, llave, chave; flammam, llama, chama. Y así pluvia da en portugués chuva, de donde viene nuestro chubasco y chubasquero. De una raíz indoeuropea pleu con el significado amplio de fluir, en las lenguas ha evolucionado a significados tan variados como en armenio lavar, en lituano nadar o el inglés flow, flujo. De esta raíz son en castellano flotar, flota, flote, flecha (que fluye por el aire, préstamo del holandés), y pulmón y el griego pneumon, pulmón, de donde vienen neumonía y neumático.
Chaparrón es una onomatopeya de la lluvia sobre la hierba o las cosechas. Puede relacionarse con el euskera zaparrada, pero quizás son onomatopeyas independientes. También hay llovizna, aguacero, diluvio, sirimiri, orvallo, calabobos, tromba, borrasca... o dos localismos de Santoyo, mi pueblo: cuando la niebla se resmea y quedarse en vernizo, cuando se tira horas y horas sin dejarlo.
VIENTO. En latín ventus. Y en todas las lenguas indoeuropeas... inglés wind, noruego vind, polaco wiatr, sánscrito vati... Derivados en español, ventana, ventilar, ventilador, ventolera, beldar, ventosa; ah, y ventosear y ventosidad. Vendaval viene del francés vent d´aval, viento de abajo. De esta raíz hay una palabra conocida del sánscrito, nirvana, que significa absorción del individuo en la esencia divina, con la idea de soplo rápido en -van-. Y no indoeuropea, claro, kaze es viento en japonés, y de ahí kamikaze, viento de los dioses. El árabe charqui entra en el español, a través del italiano, como siroco. En euskera es haizea.
TORMENTA es un préstamo del francés. Esta lengua la acuñó a partir del latín tormentum, y de ella pasó al castellano. Si se hubiera creado en castellano, sería tormienta, como herramienta o pimienta. Está documentado el uso de tormento antes que el de tormenta. Y tormenta es el plural neutro en -a, que hoy captamos como femenino. Tormento es tortura (de la misma raíz) o cualquier situación de mucho dolor o angustia. Su raíz es la de torcer, torsión, retorcimiento, tortícolis, tuerto y entuertos, como los que desfacía don Quijote. Las raíces tor y torn se parecen pero son distintas y designan acciones distintas: una cosa es doblar, torcer hacia un lado y otra hacer girar como un tornillo. (Tuerca tiene un posible origen...; lo cuento otro día, porque es muy obsceno y me da vergüenza).