Tal
día como hoy de 1928 nació Serge Gainsbourg.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
miércoles, 2 de abril de 2014
Buenas noches. Amigos
Los amigos verdaderos suelen estar por
encima o al margen de muchos prejuicios, de muchas convenciones, de
todas las vaciedades que intenta imponer la sociedad. Sólo los
amigos verdaderos son capaces de vivir y sentir la vida viva. Buenas
noches.
martes, 1 de abril de 2014
Buenos días. La puerta
Salió corriendo con ansia, con
convicción, con necesidad, pero se encontró la puerta cerrada.
Buenos días.
Buenas noches. Explotación y procrastinación
Termino aquí de aclarar lo que decía en el post del
significado de las palabras, del sábado pasado.
Hablaba allí de la explotación de las
personas. Me parece que esto no necesita demasiada explicación.
Explotar a una persona es tener a alguien trabajando y o no pagarle o
pagarle un salario inferior al valor de lo que produce. La diferencia
es el beneficio que se lleva el patrono. El momento actual se
caracteriza porque quien puede hacerlo y no tiene escrúpulos hace
crecer de manera salvaje este beneficio, condenando a la miseria a
quienes explota.
En cuanto a la procrastinación, se
trata de la costumbre de retrasar lo que uno tiene que hacer y, en su
lugar, dedicarse a tareas que resultan más agradables. Es el caso,
por ejemplo, del estudiante que tiene que enfrentarse con el libro y
le resulta muy cuesta arriba hacerlo. En su lugar, se distrae con
cualquier otra cosa que le resulte más agradable. O el de quien,
imaginemos, tuviese que elegir un candidato a las elecciones
europeas, tuviese que tomar alguna medida ante el problema de
Cataluña, tuviese que solucionar el problema del paro, el de la
corrupción, el de la violencia de género, el de la educación, el
de la sanidad, el de la democracia y tantos otros, pero eso le
supusiese tal estrés, que, en lugar de hacer algo, dejase que los
problemas discurrieran solos -cobrando, claro- y optase por fumarse
un puro y repasar los goles del último partido del Madrid. Se diría
que esta persona estaría procrastinada. Buenas noches.
lunes, 31 de marzo de 2014
Hoy hace 100 años que nació Octavio Paz
Lo celebramos con un poema suyo.
CUERPO
A LA VISTA
Y
las sombras se abrieron otra vez y mostraron tu cuerpo:
tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
tu boca y la blanca disciplina de sus dientes caníbales, prisioneros en llamas
tu piel de pan apenas dorado y tus ojos de azúcar quemada,
sitios en donde el tiempo no transcurre,
valles que sólo mis labios conocen,
desfiladero de la luna que asciende a tu garganta entre tus senos,
cascada petrificada de la nuca,
alta meseta de tu vientre,
playa sin fin de tu costado.
Tus ojos son los ojos fijos del tigre
y un minuto después son los ojos húmedos del perro.
Siempre hay abejas en tu pelo.
Tu espalda fluye tranquila bajo mis ojos
como la espalda del río a la luz del incendio.
Aguas dormidas golpean día y noche tu cintura de arcilla
y en tus costas, inmensas como los arenales de la luna,
el viento sopla por mi boca y su largo quejido cubre con sus dos alas grises
la noche de los cuerpos,
como la sombra del águila la soledad del páramo.
Las uñas de los dedos de tus pies están hechas del cristal del verano.
Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida,
bahía donde el mar de noche se aquieta, negro caballo de espuma,
cueva al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca del horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra, de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su resurrección y el día de la vida perdurable).
Patria de sangre,
única tierra que conozco y me conoce,
única patria en la que creo,
única puerta al infinito.
tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
tu boca y la blanca disciplina de sus dientes caníbales, prisioneros en llamas
tu piel de pan apenas dorado y tus ojos de azúcar quemada,
sitios en donde el tiempo no transcurre,
valles que sólo mis labios conocen,
desfiladero de la luna que asciende a tu garganta entre tus senos,
cascada petrificada de la nuca,
alta meseta de tu vientre,
playa sin fin de tu costado.
Tus ojos son los ojos fijos del tigre
y un minuto después son los ojos húmedos del perro.
Siempre hay abejas en tu pelo.
Tu espalda fluye tranquila bajo mis ojos
como la espalda del río a la luz del incendio.
Aguas dormidas golpean día y noche tu cintura de arcilla
y en tus costas, inmensas como los arenales de la luna,
el viento sopla por mi boca y su largo quejido cubre con sus dos alas grises
la noche de los cuerpos,
como la sombra del águila la soledad del páramo.
Las uñas de los dedos de tus pies están hechas del cristal del verano.
Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida,
bahía donde el mar de noche se aquieta, negro caballo de espuma,
cueva al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca del horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra, de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su resurrección y el día de la vida perdurable).
Patria de sangre,
única tierra que conozco y me conoce,
única patria en la que creo,
única puerta al infinito.
Lo que veo cuando miro. Hay que suicidarse bien
La costumbre de suicidarse es muy
antigua, aunque no siempre ha estado bien vista ni se ha entendido de
la misma manera.
En Grecia y Roma existía la figura del
suicidio forzado, que consistía en dar a elegir al condenado entre
el suicidio voluntario o una pena peor, que podía afectar incluso a
sus familiares. Casos célebres fueron los de Sócrates, Séneca o
Nerón. Entre los samuráis japoneses el haraquiri podría ser
considerado también como una forma de suicidio forzado. Se procuraba
que fueran procedimientos rápidos y poco desagradables. Incluso en
el caso del haraquiri existía la figura del ayudante que, al poco
tiempo de comenzar la ceremonia, decapitaba al suicida para evitar
sufrimientos innecesarios.
En la Edad Media se huía de una muerte
rápida. Ni siquiera se valoraba en el caso de un suicidio. Se
prefería un tiempo de arrepentimiento previo a la muerte, para poder
así arreglar las cuentas con la divinidad.
Hoy, en este mundo postmoderno en donde
caben todas las posturas, hay quienes valoran una muerte rápida que
evite el sufrimiento propio y el ajeno, y hay quienes, con la
mentalidad medieval tan extendida entre nosotros, prefieren una
muerte lenta que, aunque desemboque en el final previsto, se note
poco en su transcurrir. Así han aparecido dos formas de suicidio que
se están extendiendo como la pólvora, especialmente por Europa.
Una consiste en que los pobres voten a
la derecha. Con la excusa de que la izquierda no les atiende y, en
lugar de procurar que llamar su atención y que cambien de actitud,
deciden votar a los causantes de su propia pobreza. Al trabajador,
que vive mal a causa de que el empresario le saca los hígados
explotándolo, se le ocurre votarlo, con lo que el mecanismo del
suicidio se pone en marcha, seguramente sin que el propio trabajador
se entere de nada de lo que está haciendo.
Los que prefieren la otra forma de
suicidio no votan directamente a la derecha, sino que deciden
abstenerse. Como la derecha tiene muchos intereses económicos y
sociales que defender, vota siempre. A la izquierda, en cambio, le
gusta ponerse crítica, incluso consigo misma. Hay gentes en la
izquierda que incluso no toleran que ganen ellos mismos en una
elecciones y, en cuanto ocurre, comienzan a quitarle valor al asunto.
En un alarde de desconocimiento preocupante de la estrategia, les da
por decir -y es posible que incluso se lo crean- que todos son
iguales y que no merece la pena votar a ningún partido, lo cual
produce en la derecha una satisfacción importante que disfrutan sin
que se les note demasiado, como disimulando. Si la izquierda se
abstiene, gana otra vez la derecha, con lo que el pueblo sigue
sufriendo calladamente sus consecuencias y va avanzando sin remedio
hacia el suicidio.
Si en mitad del siglo XX había quienes
pensaban que el hombre era un ser para la muerte, hoy, viendo los
resultados de las elecciones aquí y fuera de aquí, se podría decir
que el hombre es un ser para el suicidio, pero hay que suicidarse bien, sin
salpicar y procurando no dar un espectáculo demasiado desagradable.
Buenas tardes.
domingo, 30 de marzo de 2014
Buenas noches. Gilipollas
Para entender el significado de las
palabras es muy útil acercarse a su etimología, digan lo que digan
y hagan lo que hagan Wert y sus cómplices del PP. En este caso, la
etimología de 'gilipollas' es compleja y hay varias teorías para
explicar su origen.
Una de ellas la considera como la unión
de la palabra 'gil' o 'gili', que procede del habla de los antiguos gitanos
españoles y que significa tonto, bobo, con el término 'polla', que
hace referencia al pene. En este sentido, llamar gilipollas a alguien
sería como decirle que piensa con el pene, no con lo que debería
pensar un ser humano. Para quienes sea importante considerar al ser
humano como un ser racional, este sería un insulto muy serio.
Otra teoría relaciona el término con
un antiguo aristócrata español, don Baltasar Gil Imón de la Mota,
que tenía dos hijas con las que solía pasear por la calle. Al
verlos, algunos decían que pasaban 'Gil y sus pollas', de donde
derivó 'Gil y pollas'.
El mismo tinte machista tiene otra
teoría que pone el origen de la palabra en la Edad Media, en momentos en los que
estaba muy mal visto que una pareja tuviera hijas y no hijos.
(Todavía esto es lamentablemente frecuente en muchas culturas). Si
un hombre sólo tenía hijas, es que tenía la polla tonta, era
gilipollas, no sabía lo que tenía que hacer con la polla para tener
varones.
En todo caso, la palabra gilipollas se
usa para llamar tonto a alguien de una manera fuerte. En este
sentido, ya conté aquí alguna vez las sabias enseñanzas recibidas
de un catedrático de filosofía, que me ilustró para distinguir a un
tonto de un gilipollas. 'No se puede andar por la vida sin distinguir
con claridad a un tonto de un gilipollas', me decía. Y explicaba que
un tonto es alguien que se equivoca. Si sólo es tonto y se le pide
que recapacite, se dará cuenta de su error y lo rectificará. En
cambio, si es gilipollas y se le sugiere la posibilidad de que se
esté equivocando, lejos de admitirlo, dirá que él no se equivoca
nunca, que hasta ahí podíamos llegar y que los equivocados seremos
nosotros. Es decir, que el tonto tiene remedio, pero el gilipollas,
no. 'Lo peor de todo es lo que abundan estos gilipollas', añadía el catedrático. Y
no le faltaba razón. Buenas noches.
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