miércoles, 20 de noviembre de 2013

Buenos días. Licua





Llora, llora, llora, licua lo negativo y échalo fuera disuelto en lágrimas. Buenos días.

Buenas noches. No al miedo





Desde mi más tierna infancia fui educado con el miedo como el principal criterio. Miedo a mis padres, a los profesores, a los curas, a los compañeros mayores que yo, al frío, al qué dirán, a dios, al fuego eterno y a que me fuera a hacer daño lo que comía. El miedo habitaba en mí y yo, con una docilidad que asustaba, le daba cobijo sin oponerle la menor resistencia.

Por fortuna pude cambiar el decorado de mi vida, ver otros mundos y, sobre todo, descubrir otros criterios, comprobar las consecuencias de los miedos y aprender a usar otros elementos más valiosos. Me di cuenta de que el miedo encierra una dosis muy peligrosa de negatividad que termina afectándote no sólo a la mente, sino también al cuerpo. También el cuerpo acusa los impactos del miedo. La mente puede hacer cosas con nuestro cuerpo que a veces no sospechamos, y el miedo sabe aprovecharse de ello.

Aún no me he quitado de encima del todo este maldito recurso al miedo ni creo que lo logre en toda la vida. Maldigo a quienes le meten el miedo en el cuerpo a los niños y lo usan para amenazar a cualquiera y conseguir lo que quieren. He aprendido a valorar más lo positivo, lo constructivo, a practicar la libertad creativa, a creer que casi nunca ocurre lo peor y que, aunque ocurra, quedan todavía muchas soluciones. Le he perdido el miedo al miedo y, aunque sus raíces son muy profundas, los frutos que salen hoy de mi serán mejores o peores, pero están en muchas ocasiones libres de ese peligroso olor a miedo. Buenas noches.

Lo que veo cuando miro. Actividades y pasividades





Vivir es una actividad. Ver la tele es una pasividad. Leer es una actividad. Dormir es una pasividad. Pensar es una actividad. Estar es una pasividad. Sentir es una actividad. No tener conciencia es una pasividad. Andar es una actividad. Pasar el rato es una pasividad. Aprender es una actividad. Dejarse llevar es una pasividad. Ser creativo es una pasividad. Ser gregario es una pasividad. Ser productivo es una actividad. Ser reproductivo es una pasividad. Intentar ser humano es una actividad. No intentar ser humano es una pasividad. Procurar ser culto es una actividad. Ser tradicional es una pasividad. Entusiasmarse es una actividad. Pasar de todo es una pasividad. Tener curiosidad es una actividad. No tener interés por nada es una pasividad. Ser tú es una actividad. Hacer lo que todos es una pasividad. Buenas tardes.

martes, 19 de noviembre de 2013

50 años de la muerte de Carmen Amaya





Hoy, 19 de noviembre, se cumplen 50 años de la muerte de Carmen Amaya. Aunque hay dudas sobre la fecha de su nacimiento, que se suele situar entre 1913 y 1918, sí hay certeza de que falleció en 1963.

Seguramente sea Carmen Amaya la más grande figura del baile flamenco que haya habido nunca. Y seguramente que también esa sea la razón por la que no ha sido reconocida en España como tal. Más bien es un personaje algo olvidado, su figura está poco cuidada y su valía no ha sido difundida como merece. Por eso ha sido esta conmemoración un buen motivo para interesarme por esta personalidad de primerísima línea en el mundo del arte.

Y buscando ilustrarme sobre esta gran bailaora he encontrado un libro que me ha parecido magnífico, algo difícil de encontrar en las librerías, pero muy fácil de adquirirlo contra reembolso a través de internet. Se trata de 'Carmen Amaya. De leyenda', escrito con mucha elegancia por Natalia Ramos e ilustrado de manera preciosa por David Zaafra.

Escribir sobre Carmen Amaya y plasmar su arte plásticamente me parecen a mí tareas especialmente difíciles. Por lo que cuentan las crónicas y por lo que se lee en el libro, la bailaora nacida en Cataluña era un torbellino humano. En ella el sentimiento se materializaba, el arte se convertía en carne vivísima, el movimiento brutal lo combinaba con la precisión humana y el uso casi salvaje de su cuerpo lo convertía en la creación sobrecogedora de su baile. Toda esta profundidad humana es la que se desprende de los textos y de las ilustraciones de este libro, que comienza con una biografía de la artista, sigue con una preciosa relación de los significados de los términos 'Carmen' y 'Amaya', una semblanza de la bailaora como un molino de mareas, una poética interpretación de lo negro y de lo blanco en la artista y un repaso lírico y a la vez analítico del baile profundo, único y revolucionario de Carmen Amaya.

Quien tenga un mínimo de sensibilidad para emocionarse con el flamenco, con el baile o con el arte encontrará una ocasión preciosa de hacerlo leyendo este libro, que habla de la creación y de la grandeza de una artista única, pero que lo hace con una de las características más sobresalientes de la bailaora: con sencillez. Te lo recomiendo.







Buenos días. El olvido






Los dioses están siempre tan ocupados que muchas veces se olvidan de los humanos. Sin embargo, lo negativo suele encerrar dentro de sí algo positivo. Así, de ese olvido nacieron la solidaridad, el cariño libre, el deseo de igualdad, la generosidad humana, el compartir los bienes y los males, la amistad limpia y el amor. Que los dioses sigan a lo suyo. Buenos días.

Música para la madrugada. Ray Conniff



lunes, 18 de noviembre de 2013

Buenas noches. Otoño





Lo más admirable del otoño es la belleza con la que deja paso al invierno. Lo hace con un espectáculo de luz, de color, de movimiento, de ritmo. No todos los humanos actúan así. Buenas noches.

Lo que veo cuando miro. Dogmas





Cuando una ideología se convierte en una colección de dogmas, se resiente la conciencia, se confunde todo y se comienza a pensar y a decir incoherencias. La ausencia de una autocrítica seria es suicida. Buenas tardes.

Buenos días. Posibilidades





Te rodea un montón de posibilidades. Búscalas y no las dejes pasar. Buenos días.

Lo que veo cuando miro. Modelos






Me emociona ver a esas personas que, con una altísima calidad humana, son capaces de mostrar su inteligencia y reírse de sí mismas, de aplicarse su valioso sentido del humor a sí mismas, creando, con un arte innegable, una situación gozosa que invita a la risa o a la sonrisa.

Admiro a esas personas que son capaces de desnudar su alma delante de todos y comunicarnos sus dudas, sus convicciones, sus penas y sus alegrías.

Me parecen dignas de alabanza las personas que muestran sus afectos con la misma naturalidad con la que sonríen o cuentan una historia.

Me fascinan las personas que intentan conocer cada vez más en qué consisten la vida, el universo y el ser humano y las que procuran actuar bien, con criterios racionales y extensibles a todos los seres humanos.

Todo esto me lleva al convencimiento de que, en condiciones normales, siempre hacemos lo que creemos que es lo mejor, lo que consideramos que puede ser un modelo de actuación para cualquiera que lo presencie. Y cuando no vemos esto así, o es porque no hemos llegado a ser conscientes de que ante los demás siempre somos un modelo, aunque no lo queramos, o es porque tenemos algo que ocultar. Buenas tardes.