Imagínate que quieres a X. Imagínate
también que estás comiendo con X y que hay en un plato central dos tajadas,
una, buena y la otra, mejor. Como tú quieres a X, decides quedarte
tú con la buena y darle a X la mejor.
Me gustaría que te preguntaras por qué
has actuado así, qué es lo que te ha llevado, en nombre del amor, a
prescindir de lo mejor para ti y dárselo a la persona a la que
quieres. A mí, en principio, esta conducta no me parece ni razonable
ni lógica y, sin embargo, me parece buena, admirable y propia de una
persona grande. Y es que yo creo que hay algo de misterioso en la
vida, especialmente en el amor, que nos hace ir en contra del
individualismo, de la acaparación, del egoísmo y de todos estos
vicios que cada día son más frecuentes y que son vistos cada vez
más como normales. Quien ha vivido siquiera un poco lo que significa
el amor sabe que hay un momento en el que la lógica se resquebraja,
que el tú se vuelve más importante que el yo y que el mundo
adquiere otro color, se llena de una luz distinta y se reinterpreta
la vida con otros criterios. Es como si el corazón de la manzana de
la vida estuviera lleno de un misterio oculto, pero que está
pidiendo a voces que lo descubramos. Buenas noches.