La materia envejece sin remedio, pero
la mente no tiene por qué hacerlo. Eres un cuerpo, un cuerpo vivo y
hermoso, sea cual sea la edad que tengas. Tu cuerpo es sensible al
paso del tiempo y poco a poco irá perdiendo capacidades. Cuenta con
ello. Y, sin embargo, tu mente no tiene por qué ir yendo, como el
cuerpo, a menos. Esto es lo grandioso, lo peculiar, lo trabajoso del
ser humano. Eres también una mente que crece cuando se rejuvenece.
La mente necesita apertura, disponibilidad, aprendizaje, frescura,
estímulos, diálogo, dudas, alegría, cariño, pensamiento,
sentimiento, diversión, lectura. La mente no sale del estado de
niñez que le lleva a desear permanentemente conquistar su juventud.
La mente pide un trabajo diario de puesta a punto.
La meta del ser humano es la
ancianidad: un cuerpo gastado y una mente fresca. Hay quienes se
empeñan en pararse pronto y conformarse con la vejez: un cuerpo
gastado y una mente rancia y ajada. Tu elección la tienes que hacer
a cada momento.
Relaja ahora tu cuerpo para que no le
impida despedirse a la mente. Recuerda a tus seres queridos. Deséales
lo mejor y regálales una sonrisa rellena de cariño. Seguro que
mañana la vida te sonreirá a ti. Buenas noches.