Es curioso que la primera lengua que aprendemos los seres humanos para comunicarnos en nuestra infancia se llame precisamente lengua materna (también madre, natal o nativa). En las comunidades primitivas, en general, era la madre la encargada del cuidado de los hijos y del hogar mientras el padre salía a buscar el sustento ─aunque sabemos que no en todas las sociedades ha ocurrido así─, por ello, los infantes se movían, casi siempre, tanto en el hogar como fuera de él, en torno a la madre y aprendían de ella el idioma. Conviene recordar que infante procede de infans, infantis, que a su vez está formada por el prefijo negativo in- y el participio presente del verbo fāri, hablar. Es infante, pues, en sentido general y etimológico, el que aún no habla...
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