Con independencia del posible aspecto comercial, los “Días de” son ocasiones para recordar, para abrir perspectivas, para aprender. Nadie tiene que leer si no quiere, pero conviene saber que nuestro mundo siempre, siempre, es pequeño, algo cerrado, antiguo y claramente mejorable. Los libros habitan en la puerta de un mundo nuevo, y cada uno es libre de quedarse en donde está, envejecer y morir, o leer y jugarse la vida entrando en un mundo nuevo y, quizás, mejor.
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