Óscar Sancho describe con mucho acierto en esta entrada de Facebook el trasfondo psicológico de algunas posturas políticas. Lo incluyo aquí porque creo que conviene conocer estos mecanismos, pensarlos y tenerlos en cuanta para conocer lo que pasa y no dejarse arrastrar por primeras interpretaciones.
Gracias a las últimas intervenciones públicas de Rocío Monasterio y a un magnífico hilo en Twitter de Ernesto Filardi que os animo a leer, he aprendido mucho sobre los entresijos del abuso psicológico narcisista. Quizá me haya llamado especialmente la atención porque hace años conocí a una chica que a veces actuaba así, y sufrí algunas de las consecuencias. Lo cierto es que creo que muchos hemos presenciado abusos parecidos, en la familia o en el trabajo, y me parece útil reconocerlos para darnos cuenta de lo inaceptables que son. Después de pensarlo con calma un par de días, he llegado a la conclusión de que aquella chica y Rocío Monasterio tienen algunas de estas actitudes en común:
1. Sienten que son especiales, y cuando alguien les roba un protagonismo que consideran exclusivamente suyo, atacan.
2. Se identifican como víctimas y llevan mal que pueda haber otras víctimas aparte de ellas mismas. Si las hay, no son de fiar. O mienten. Y en todo caso, siempre serán culpables de no haber expresado empatía con ellas antes.
3. Buscan los puntos débiles del otro para provocarlo. Manteniendo el gesto imperturbable para aparentar superioridad, intentan que el otro se enfade. Y cuando lo logran, utilizan ese enfado para crucificarlo. Como dice Filardi, es como “pegar patadas al perro hasta que ladre y así poder decir que hay que sacrificarlo porque está rabioso”.
4. Necesitan tener el control. Sentir que la correa de la conversación está en su mano y que pueden tirar de ella cuando quieran.
5. Bromean, sonríen, e incluso llaman a la calma. Tras lanzar la patada, se ríen sorprendidas: "Hay que ver qué escándalo armas, si no era para tanto".
6. Y tras crear el problema, te lo trasladan a ti por reaccionar, ("Iglesias baja la cabeza como un cobarde cuando le confrontan", dice Monasterio en la portada de un periódico), consiguiendo que el tema de conversación sea la reacción de su víctima y no lo que la ha provocado.
7. No dudan en recurrir a afirmaciones falsas, y, cuando se les demuestra que mienten, dicen que no han dicho eso, que has debido oír mal ("a ver si prestas más atención a lo que digo"). Lo que sea para echarte la culpa a ti y reforzar su victimismo.
8. En su egolatría, piensan que todo el mundo está con ellas: ("Todos los españoles quieren que se vaya, señor Iglesias").
9. Cada reproche también es munición para el futuro. En el próximo enfrentamiento, se utilizará cualquier afrenta previa para golpear. Si hay otro debate, la candidata podrá recurrir con mucha facilidad a un: "qué va a hacer, señor Iglesias, va a volver a marcharse como aquella vez en La Ser cuando le dije lo que dicen todos los españoles?"
Me dejo muchas cosas, pero lo que practica Rocío Monasterio en sus debates es maltrato. Maltrato psicológico de manual. Ojalá nunca tengáis que pasar por ello, y por lo tanto no tengáis nunca que aprender a defenderos. La mejor forma de evitarlo es señalarlo, aprender a reconocer que es un tipo de violencia igual de inaceptable y dañina que la física, y ponerle freno con todos los medios a nuestro alcance: votando, silenciando a los maltratadores y defendiendo la comunicación civilizada.
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