Los vivo muy de cerca, con intensidad, con un punto grande de tragedia.
Uno es el mundo de la prudencia, esa virtud tan cara, cada vez más rara, cada día más difícil.
Otro es el mundo de la barbarie, tan fácil, tan aparente, al parecer tan apetecible, tan triunfante.
Entre ellos, muchas personas ajenas a esta guerra.
Unos pocos, no creo que muchos, sufriendo.
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