Delante de todos está don Recaredo, un cura de voz melodiosa y dulce, que predicada con los ojos cerrados para no ver a los pecadores, según me dijeron que decía.
Los Hermanos de la Salle, a su lado, son el Hermano Director, cuyo nombre no recuerdo, y el Hermano Agustín, "el de la carita chica", que me dio clases un par de años.
Detrás una corte de marineros, almirantes, galanes de Hollywood y gentes de bien vestir, todos subidos en las "bancas", nombre que se le daba entonces a los pupitres.
Era el primer "Día más feliz de tu vida". Luego, como ocurre con los "partidos del siglo" de fútbol, vinieron más. El siguiente sería el día que se juraba bandera en la mili, que también tenía una buena dosis de felicidad oficial. Posiblemente habría otros, pero yo ya perdí la cuenta.
Podría pensarse que cada uno lleva un móvil en la mano, pero no es así. Se trata de un libro de oraciones o de algo parecido, al que en casa llamaban el misal. Yo creo que no lo abrí nunca por si se estropeaba.
Han pasado muchos años (mejor no pensarlo), pero parece que fue ayer.
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