viernes, 10 de enero de 2014

Buenas noches. Amor y belleza





Amar (o querer, que es lo mismo) es dar, es un movimiento de entrega, de generosidad, que sale de uno y se dirige a la persona amada. Consiste en intentar que la vida de la persona amada sea mejor, en procurar ayudarla y en hacer lo posible por conseguir lo que ella necesita para que pueda vivir su propia vida. Es como una flecha que se origina en la persona que ama y que se encamina hacia la persona a la que se quiere para que disfrute ella con la acción del amante.

Cuando yo observo algo bello, por ejemplo, un paisaje, un cuadro o, incluso, cuando se trata del cuerpo bello de un ser humano, lo que yo hago es admirarlo con respeto, disfrutar de sus características, gozar de su belleza como un regalo de la vida. En este caso es como si de ese objeto saliera una flecha que se dirigiera hacía mí para que sea yo quien pueda disfrutar con su belleza.

¿Cómo podría yo amar la belleza? A mí me resulta imposible, porque no sabría cómo hacerlo. ¿Qué le puedo dar yo a la belleza? ¿Cómo ayudar a la belleza? La belleza no creo que esté para amarla, sino para admirarla con el debido respeto. La flecha del amor y la flecha de la belleza discurren en sentidos contrarios, porque responden a actitudes distintas.

Esto que digo no me parece, ni mucho menos, una ocurrencia más o menos teórica, sino que creo que es una enorme fuente de posibles problemas humanos derivados de la confusión entre la actitud estética y la actitud amorosa. Yo conozco muchos casos de personas que se han dejado llevar por la belleza de ojos, tetas, culos, longitudes y volúmenes, y a esa admiración lógica que han sentido le han llamado amor. Creo que este es el origen de esa horrible manía de tratar a ciertas personas como cosas que están a mi servicio y a las que digo, no se sabe por qué, que las amo. ¡Cuántas parejas se han formado así! ¡Cuánto sufrimiento ha generado esta confusión entre la estética y el amor! ¿A dónde se ha ido ese supuesto amor cuando la estética ha cambiado?

La estética no es amor, sino, más bien, lo contrario. Si lo que yo quisiera fuera la belleza de una persona y sólo su belleza, la estaría tratando como una cosa, como una fuente de deleite y de placer, como algo de lo que uno podría aprovecharse. Y necesitaría que estuviera siempre en 'estado de belleza', porque es lo que me atrae de ella. Supongo que tendrás claro de lo que estoy hablando.

Es normal que la belleza atraiga, y esa atracción podrá o no estar acompañada de amor, pero lo que no es válido es confundir una cosa con la otra, porque no tienen nada que ver. Se ama a la persona y se admira respetuosamente su belleza, pero no se ama su belleza. Buenas noches.



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