Alguien debería decirle a los
espectadores que una persona normal, educada para vivir en sociedad,
debe poder estar en silencio el tiempo que dura una representación
teatral, una película, un concierto o cualquier otro acto al que
asistan más personas. Quien no sea capaz de estar en uno de estos
sitios sin molestar a los demás asistentes con sus charlas o con sus
ruidos, debería abstenerse de asistir. En casa, con un aparato
reproductor, pueden charlar todo lo que quieran. Es una pésima
costumbre que va en aumento.
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