He oído decir al Sr. Güemes, cuando
ha hablado de que dejaba su puesto en el Consejo de Unilabs, que
creía haber perdido algo de libertad en la defensa de sus ideas y de
sus profundas convicciones. Yo creo que esto lo ha aprendido -si es
que lo ha aprendido- el Sr. Güemes, a la fuerza, porque no ha tenido
más remedio o porque ha sido obligado desde algún foco de poder
político o empresarial. En todo caso, parece que esto lo dice el Sr.
Güemes porque para él el valor supremo -y, quién sabe, si único-
es el de la libertad, entendida como una capacidad individual de
hacer lo que le dé la gana, sin mirar las consecuencias para los
demás ni, por lo que se ve, para él mismo. Lo que le faltaría al
Sr. Güemes por aprender es que en muchas ocasiones hay que renunciar a algo de su adorada libertad porque, por encima de ella,
están la igualdad y la justicia, por encima de su excelsa
persona está la colectividad, y por encima de la política y del
dinero, está la ética. Pero dudo mucho de que el Sr. Güemes sea
capaz de entender estas cosas, porque es como si perteneciesen a un
idioma que no hubiera hablado jamás.
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