miércoles, 4 de marzo de 2009

El elogio de la sombra / 4


¿Toda la belleza luce más en la claridad? ¿Puede la sombra realzar la belleza?

Dice Tanizaki en El elogio de la sombra:

Anteriormente me referí al hecho de que las lacas decoradas con oro molido estaban hechas para ser vistas en lugares oscuros; esto no sólo es válido para las lacas: si en los tejidos antiguos se usaban con profusión hilos de oro y de plata, es evidente que se hacía por la misma razón. El mejor ejemplo es la estola de brocado que los monjes llevan alrededor del cuello. En la actualidad, los edificios religioso de las ciudades son en su mayor parte edificios claros, hechos para atraer a una masa de fieles; en ellos, esas estolas parecen inútilmente llamativas y no inspiran demasiado respeto aunque estén sobre el cuello del más digno prelado; pero cuando esos mismos religiosos, sentados en fila, celebran un oficio de liturgia antigua en algún monasterio histórico, te ves obligado a admirar la armonía entre la piel arrugada de los viejos monjes, el centelleo de las lámparas ante las estatuas de los budas y la textura de esos brocados, y aprecias hasta qué punto ha aumentado la solemnidad del acto; porque como ocurre con las lacas doradas, la mayor parte de los dibujos tornasolados del tejido desaparece en la sombra, pues los hilos de oro y de plata sólo de vez en cuando lanzan un breve destello.

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1 comentario:

  1. Manuel, gracias por regalarnos estas piecitas de El elogio de la sombra de Tanizaki. Cuando el texto es tan bello, cierras los ojos e imaginas lo que se describe en él. Esta parte de la sombra y los hilos dorados es de una belleza sólo comparable a la de las estolas descritas.

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