Hoy el mundo civilizado y humano
conmemora el Día internacional de la eliminación de la violencia
contra las mujeres. No se celebra nada ni hay nada de lo que
felicitarse, solo se piden dos cosas, pero dos cosas importantes.
Una, que hagas el esfuerzo de tomar
conciencia de que el machismo, que mancha las estructuras
humanas de la sociedad, está maltratando y matando a las mujeres
todos los días y en todas partes. Un machismo que deberíamos
analizar si está presente, queriendo o sin querer, en cada uno de
nosotros y de nosotras, en las grandes decisiones o en los pequeños
detalles diarios que suponen un trato inhumano e improcedente a las
mujeres. Si es así, no hay ningún motivo, ni racional ni humano,
para que sigamos practicándolo.
Otra, que las igualdades -de
derechos, de trato, de consideración y de tantas otros aspectos de
la vida- deben ser prioritarias en nuestra actuación como seres
humanos. Aunque cada día nos lleguen noticias de asesinatos de
mujeres y de malos tratos físicos y psíquicos, nuestra actitud y
nuestros hechos deben estar dominados por una igualdad que no puede
faltar en nuestra relación con las mujeres.
Si tú, que lees esto, eres hombre, te
pido que descubras los rasgos machistas que puedan estar en ti y que
renuncies a ellos de una vez por todas. Y si eres mujer, te pido que
no renuncies nunca a tu dignidad como ser humano que eres, que
aprendas a descubrir los rasgos machistas que puedas encontrar en tu
trato con los hombres y en la sociedad, y que luches contra ellos.
No te rebajes, mujer, a dejar de ser un
ser humano, para ser lo que los machistas piensan -porque les
interesa- que es una mujer.