Cuando el cuerpo se acerca tanto al
otro cuerpo para darse,
y los brazos lo rodean para que quede
clara esa entrega,
y las manos cuentan una historia de
cariño,
y las mejillas se reconocen,
y los labios lanzan a la piel discursos
sin palabras,
y la memoria se olvida del mundo,
y la alegría se apodera de la vida,
es que estamos queriéndonos.
Y cuando, después, la mente se ocupa
de la otra persona,
y la escucha,
y le sonríe,
y le dice lo que cree que es mejor,
y le hace sentirse a gusto,
y procura que el mundo sea un lugar
agradable,
y que la vida sea una aventura
apetecible,
es que estamos queriéndonos.
El sentido de la vida
y las ganas de vivir
se encuentran en el querer.
Buenas noches.