El problema fundamental de la vida es un problema ético.
¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano?
¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Muchas de las aceras de las ciudades
son, en realidad, símbolos del mundo: están llenas de toda la
porquería que vamos dejando entre todos, especialmente la que dejan
unos seres inocentes e irracionales, guiados por sucios ciudadanos
incapacitados para vivir en una ciudad con seres humanos.
Basta una palabra que salga de nuestros
labios para que el mundo se divida en dos: el de quienes la aceptan y
el de quienes la rechazan. Hablar es renunciar a una parte del mundo.
Callar es renunciar al mundo.