Tenemos derecho a tener una religión,
si lo necesitamos, unas ideas políticas o de cualquier otro tipo,
unos deseos, unos proyectos, unas aficiones, unas apetencias y unas
necesidades.
A lo que no tenemos derecho es a que
todo esto afecte negativa e injustamente a cualquier otra persona.
Si en nombre de cualquiera de estos
derechos le vamos a quitar la libertad a alguien o le vamos a hacer
daño, más vale que renunciemos a ellos, que son sólo derechos, no
obligaciones. Si la religión nos lleva a la guerra, más vale que
nos hagamos ateos. Si las ideas políticas hacen que alguien no pueda
ejercer sus derechos, es mejor que cambiemos de ideas.
Deberíamos tener muy claro que lo
único que nos obliga a todos los seres humanos, a todos, es lo que
se incluye en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Buenas noches.