Amigo, amiga: Tú eres tú y tus
desechos. Lo que vas dejando por el mundo también es tuyo, también
forma parte de tu vida. ¿Qué haces con tus desechos? No estamos
solos en el mundo. Somos responsables de lo que les pase a multitud
de animales inocentes. Tú, yo y los poderes públicos. El mundo no
soporta la ignorancia de mucha gente. Hay que humanizar el mundo.
Muchas veces el hombre chulo, el ignorante, el prepotente confunde la
vida con la deshumanización del mundo y así vamos sembrando la
muerte. Observa este vídeo, toma conciencia y haz que los demás
también la tomen. Que tengas un buen día, pero humano.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
sábado, 13 de abril de 2013
viernes, 12 de abril de 2013
Buenas noches. Creadores
Tú naciste para crear el mundo. ¿Qué
más da que te hayan dicho que un dios creó el mundo de la nada? De
la nada no sale nada. Todos hemos sido llamados a ser creadores. Tu
mundo, todo lo que te rodea y con lo que te relacionas, es fruto de
la creación de todos, pero de ti también. Si crees que has venido
aquí a pasear y a ver lo que crean los otros, te vas a aburrir y te
vas a morir pronto, aunque sigas moviéndote toda la vida. La vida
tiene sentido si la creas. Amarás la vida si ves que es también
obra tuya. Amarás el mundo cuando comprendas que es también tu
mundo. Yo soy obra mía, pero también tuya. Tú eres obra tuya, pero
también mía. Un mundo humano es un mundo de creadores que aciertan,
que se equivocan, que caen, que se levantan, que sufren y que gozan, pero que crean.
Y que se cansan de vivir y que descansan. Esta noche, cuando se vaya
acercando la paz del sueño, cuando la llamada de los otros te llegue
a la memoria, cuando saques a pasear por la cama lo mejor de ti,
cuando vayas generando esa nube de cariño que tanto necesitamos,
piensa también en mañana. Mañana vivirás un día que tienes que
crear tú. Y yo. Buenas noches.
¿Quién soy yo?
Me miré en el espejo. ¿Quién soy
yo?, me pregunté.
Descorrí un poco el visillo y miré
por la ventana. Había mucha gente, mucha. Hombres, mujeres, altos,
bajos, blancos, negros, amarillos, pobres, ricos, guapos, feos,
atractivos y repelentes. Más allá de la calle estaba la ciudad. Al
fondo, la montaña y otra montaña y el campo verde y el horizonte y,
aunque ya no se veía, más allá del horizonte había otra montaña
y otra ciudad y otras calles y más gente, mucha gente, una cantidad
enorme de gente. Más allá estaba el cielo. Se veían algunas
estrellas. También se veía la Luna. Por allí deberían de estar
los planetas, las constelaciones, las galaxias, la hipotética
infinitud del universo, aquello desconocido pero con aspecto de ser
inmenso, inmensamente inmenso. ¿Quién soy yo en medio de todo esto?
Miré el cristal de la ventana y me vi
a mí mismo levemente reflejado en él. Más allá, la gente. ¿qué
hago yo con la gente? ¿Qué es la gente para mí? ¿Son iguales que
yo o no lo son? ¿Me son indiferentes o no? ¿Por qué unos son
felices y otros, no? ¿Por qué unos tienen y otros, no? ¿Qué
significa todos? ¿En qué recóndito lugar de mi interior han echado
el ancla cosas tales como el amor, la generosidad, el respeto o la
igualdad? ¿Por qué es mejor amar que no amar? ¿Por qué hay cosas
que debo hacer y otras que no debo hacer? ¿Por qué me hago yo estas
preguntas? ¿Qué soy yo? ¿Quién soy yo?
Corrí el visillo. Abrí la puerta y me
fui a la calle. Tenía ganas de vivir.
Casa L: Buenas noches. Vientos
Casa L: Buenas noches. Vientos: Vientos que arrastran las hojas. Vientos que llevan semillas. Vientos que traen ilusiones. Vientos que alejan fantasmas. Vi...
Buenos días. Encerrado en una idea
Hubo una vez un hombre que se quedó
encerrado en una idea. Todos querían que saliera de ella para que
pudiera vivir con libertad, pero no había manera de conseguirlo.
Trajeron a psicólogos, psiquiatras, curas, médicos, cerrajeros,
filósofos, publicistas, políticos, charlatanes, payasos,
prostitutas, futbolistas y policías antidisturbios, pero ninguno
consiguió nada más que perder el tiempo. Lo llevaron a Lourdes, a
programas de televisión, a congresos de metafísica, a ver al papa
nuevo, a escuchar monólogos, a escraches, a manifestaciones varias,
al Congreso de los Diputados, a cuarteles y a cárceles, pero no
había manera de que saliera de la idea en la que se había
encerrado.
Un día, nadie sabe por qué, quizás
porque pasaron junto a él dos niños y, pese a que él hizo
esfuerzos por llamarles la atención, no le hicieron ningún caso, le
dio por aflojar su orgullo y salir de la idea en la que había vivido
enjaulado tanto tiempo. Ahora malvive confundido y se niega a pensar
en nada. Buenos días.
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