Ayer, gracias a una amiga, encontré el
blog
Viajamor, en el que su autora,
Elena Alonso,
publicó un interesantísimo post titulado
A qué huele el coño. Te recomiendo mucho su lectura. Puedes acceder a él
pinchando sobre su título.
En mi opinión, el post refleja muy
bien tanto la actitud del machista chistoso, que se cree con la
capacidad de decir estupideces sin límite relacionadas con la mujer,
como la de la mayoría de las personas, quienes, por no crear una
situación desagradable, toleran al chistoso y sus bobadas,
perpetuando así una situación lamentable de discriminación y de
falta de respeto. El post muestra también la encomiable actuación
de la autora, que, rompiendo moldes, supo estar a la altura de su
dignidad, desarmando al irrespetuoso machista.
Yo quisiera aquí insistir en algunas
características de este proceder machista, que ignora por completo
el respeto y la consideración que se le deben, en este caso, a
cualquier mujer e invitar a reaccionar y desenmascarar la perniciosa
injusticia que estos tipos practican.
El machismo es un tipo de
discriminación por el que ciertos hombres se creen superiores a las
mujeres, creyendo, además, que sus funciones sociales -englobadas en
lo que se llama el género masculino- son superiores a
las propias del género femenino.
En general, todas las discriminaciones
-el machismo, el racismo, la xenofobia, etc.- se basan en una
supuesta superioridad del discriminador, lo cual le lleva a creer que
puede decir y hacer lo que le dé la gana, anulando el respeto a las
personas discriminadas. Esto es lo que le empuja a hacer chistes
estúpidos que cosifican y despersonalizan a las mujeres, y que las
tratan como si fueran objetos sin dignidad.
Estos chistosos machistas, además, a
causa de la falta de dignidad que padecen, han perdido el sentido del
ridículo. Es lo que les lleva a pensar que las tonterías que dicen
son el colmo de la gracia y del ingenio y a ridiculizar a las que
consideran inferiores. Se creen así que quedan por encima de ellas y
que adquieren el reconocimiento de los demás. Ante las personas
sensatas, sin embargo, lo único que hacen es aparecer como seres
pobres en humanidad y como cretinos descontrolados, de los que habría
que huir en una próxima ocasión.
Estos machistas tan supuestamente
graciosos no son capaces de saber que se retratan con sus chistes y
sus chascarrillos. Dan muestras de gran insensibilidad hacia unos
colectivos con problemas, que son precisamente aquellos a los que
convierten en objetos de sus desgraciadas gracias. Y parece que
intentan cubrir sus carencias comunicativas, su falta de temas de
interés, sus frustraciones, su alarmante falta de ética o su
deficiente realización personal con sus chistes, esperando con ellos
el aplauso de la concurrencia, cosa en la que generalmente fracasan.
Me parece muy valiente y meritoria la
reacción de la autora del post, plantándole cara al chistoso y
dejando bien claro el lugar y la dignidad de la mujer. Me gustaría
que hombres y mujeres fuéramos capaces de colaborar en la tarea de
hacer real la igualdad y que estuviéramos más dispuestos para
hacerles ver a estos tipos que si quieren hablar de la mujer, la
traten como a una persona, sin reducirla a alguna de sus partes y sin
referirse a ella como lo haría un animal en celo.