En esa época o en esos lugares, los padres no les decían a sus hijos que los querían. Lógicamente, los hijos tampoco comunicaban a sus padres tales cariños. Ni las abuelas ni nadie de la familia andaban con tales carantoñas. Era cosa sólo de noviazgos y de parejas; bueno, más bien, de matrimonios y, en todo caso, eran mensajes que se emitían en la intimidad.
Yo que, aunque soy tímido, tiendo mucho a expresar mis actitudes hacia los que me rodean, acepté pronto y sin reservas el decirle a mis amigos y amigas que los quería. Incluso, a veces, en clase se lo he dicho a los alumnos y he gozado con la cara que han puesto al oír semejante declaración.
Si saco esto a debate es porque tengo la impresión de que hoy el “te quiero” se ha trivializado un tanto y se expresa con mucha naturalidad y con mucha frecuencia. De lo que no estoy tan seguro es de si sabemos lo que decimos cuando decimos “te quiero”. Si Pepita es mi amiga y yo le digo que la quiero, ¿qué es lo que le estoy diciendo?, ¿qué es lo que debe entender ella cuando oye esas palabras? Y cuando se lo digo a mi novia o a mi novio o a mi padre o a mi madre, ¿qué deben entender?
Me gustaría que entraras y que dieras tu opinión. Yo creo que una persona joven lo haría porque, si no aprendemos en este tema, ¿de qué vamos a aprender?
Y también el poema de Luis Cernuda recitado por Carmen Feito.
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