Imagen tomada de Casa del Libro.
Observo sorprendido e incrédulo la existencia de personas que van por la vida sin darse cuenta de la presencia, creciente y por doquier, de los tontos obstinados, de los gilipollas. Van vestidos de personas normales, pero llevan su sello en la cara, en sus gestos, en sus actos y en su presencia.
(La fotografía que añado es del inteligente y ameno libro de Carlo M. Cipolla, Allegro ma non troppo, en donde se habla con mucha claridad y amenidad del tema).
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