Hay que dejarlo bien claro. El cinismo
se está usando por un buen número de personajes públicos como si
fuera una actitud aceptable, permisible y utilizable cada vez que a
alguno de ellos le venga en gana o le interese. Pero el cinismo, que
consiste en aparentar que se piensa de una manera, cuando, en
realidad, se piensa de otra, o en mentir, para hacer ver que aunque
se diga una cosa, se está haciendo la contraria, es una actitud
inaceptable, condenable, antidemocrática e inmoral. Es una forma de
tomarle el pelo al ciudadano, de faltarle al debido respeto y de
tratarlo como si fuera tonto. Los ciudadanos deberíamos reaccionar
con firmeza ante cualquier muestra de cinismo, por pequeña que
fuera. Una democracia y una sociedad sanas no se pueden edificar
sobre el cinismo.
Buenas noches.
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