Somos individuos, pero no somos seres
aislados. No me refiero, por tanto, a esos seres que se autoaíslan
ocupando sus manos, sus ojos, sus oídos, su mente, sus movimientos y
su cuerpo con el móvil, del que se convierten en esclavos. El
individuo que somos cada uno es el resultado del conjunto de
relaciones que establecemos con las cosas y, sobre todo, con las
personas. Dependiendo de cómo sean esas relaciones, así será el
mundo que cada cual va creando. Cuando estas relaciones se tiñen de
amabilidad -no hay que olvidar que ser amable significa
etimológicamente ser digno de ser amado-, el mundo se hace
agradable, vivible y humano.
Buenas noches.
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