No te subas tan alto. No te encumbres.
No te alejes tanto. No te creas que eres tanto. Vente aquí cerquita, a
ras de suelo, con naturalidad. Háblame de manera que yo lo entienda.
Dime todo lo que me tengas que decir, pero aquí, al oído, a mi
lado, con cariño, sin juzgarme. Yo te escucho.
Buenas noches.
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