Siempre pensé que el amor se mide en
grados de alegría. Ahora me lo confirma Mariaje López en su novela
Beatricia:
“El Amor... No era extraño que su hija fuera la Alegría; conocerla era rendirse a ella. Era en sí misma el mejor regalo, la sorpresa constante, una rubia con el corazón de niña, la bailarina incansable del amanecer”.
Buenas noches.
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