Los malentendidos. El no comprender lo
que se lee. Los prejuicios. La agresividad acumulada. Los desahogos
oportunistas. Los resentimientos. El rechazo visceral. La aceptación
sin crítica de las opiniones de los demás. El ataque burdo. La
ausencia de empatía. Los desaires. La distancia mal transitada. Las
dificultades del vivir. Mis muchos errores. Todo esto me hace
recordar que en el fondo de nuestra persona, de cualquier persona,
hay un depósito de soledad, de soledad profunda, nunca vacío, con
el que nacemos y con el que moriremos y que la vida se encarga de que
nos duela de vez en cuando. Por fortuna, he aprendido a vivir con él.
Buenas noches.
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