Lo único que quería decirle era que
la quería. Tomé su mano y la acaricié con decisión, pero con
ternura. Aunque su mano estaba más bien fría y la mía ardía,
había sintonía entre su mano y la mía, entre su piel y mi piel. No
tenía ningún mensaje particular que fuera distinto del de mostrarle
mi cariño con cercanía, con claridad, con fuerza. Cuando pasaron
unos momentos, ella puso su mano sobre la mía y mi cariño quedó
arropado por el suyo. A través de su mano, ella también decía que
me quería. Buenas noches.
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