Supongo que te habrán regalado algo en estas fiestas. Lo normal es que un regalo se entienda como una muestra de generosidad de alguien que te dona algo para que seas más feliz con eso que te donan. Sin embargo, déjame que sea un poco malo y que ponga en tela de juicio esta visión de los regalos.
Creo que no todos los regalos son expresiones de generosidad. Hay veces que son la excusa para que el que regala se sienta importante haciendo un buen regalo y afiance así su personalidad. Otras veces no son tanto formas de contribuir a la felicidad de quien recibe el regalo, sino maneras de quedar bien ante él o de imponerle algo que el que regala se empeña en que la otra persona tenga. En ocasiones son también motivos para provocar el agradecimiento del regalado e, incluso, he visto a alguna persona sentirse víctima por lo mucho que regala y lo poco que recibe.
Lo que más veces he observado, incluso en mí, es que no pensamos en lo que le podría gustar a la persona que va a recibir el regalo, sino en lo que me gusta a mí.
También a la generosidad le gusta mucho disfrazarse.
Nos guste o no, todos nuestros actos acaban siendo disfrazados. ¿Auténticos? los hay, pero pocos. Dependiendo a quien vaya dirigido el regalo, éste llevará un ropaje u otro. Así es el mundo del compromiso. Cuando el regalo se hace desinteresadamente, el que lo hace y el que lo recibe están encantados de regalarlo y de recibirlo; el contenido del mismo no tiene importancia.
ResponderEliminarHuifang12