El cuerpo también habla. No todos tus mensajes salen de ti expresados en palabras. Todo tú hablas. Hablan tus manos, tus posturas, tus piernas, tus cejas y también tu sonrisa y, sobre todo, tu mirada. La mirada, que a veces se nos escapa y no somos capaces de controlarla, dice mucho de cómo estamos, de lo que nos duele y de lo que nos alegra, de si estamos de acuerdo con nosotros mismos o si hay algo que nos estorba y nos quema en nuestro comportamiento.
Digo esto porque, a lo largo de los días del juicio, las miradas de Camps y de Costa no me parecía que fueran las de personas que estaban en paz consigo mismas.
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