Tal día como hoy de 1820 nació Jenny Lind.
Tienes más información aquí.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
De lo que se trata fundamentalmente es de aprender, de no dejar nunca de aprender. Nos va en ello la juventud, el bienestar y la vida buena.
Aprender implica dos artes: la de aprender y la de enseñar.
El arte de aprender consiste en mantener viva la llama que nos impulsa a querer aprender, y la actitud mental abierta, que busca comprender antes que juzgar, y crecer en lugar de destrozar las ideas del otro.
Cualquier momento y cualquier lugar son buenos para aprender y para enseñar.
El arte de enseñar es aún más difícil, aunque posiblemente menos duro que el de aprender. Enseñar conlleva saber bien lo que se quiere expresar; también saber bien escuchar; conocer las actitudes del que va a aprender, sus circunstancias, las características de su situación; saber alternar la crítica racional de lo que hay con los valores que podrían ser útiles en la vida; no ser pesado ni insistente, porque enseñar no es como hacer la publicidad de unos grandes almacenes; y dejar vivir. Antes hay que mostrar con claridad las consecuencias de querer aprender y de no hacerlo. Luego hay que dejar en paz a unos y a otros, a menos que ellos quieran permanecer en alguna nueva tarea.
Hoy es el día mundial de los docentes. En cierto modo, todos somos docentes.
Aquella mujer tenía unos bellos ojos grandes, negros, resplandecientes. Sus labios, igualmente bellos, eran moderadamente carnosos y dominaban la parte inferior de su rostro. Se podría decir que aquella era una mujer guapa. Sin embargo, de aquellos ojos tan llamativos emanaba una mirada colmada de resentimiento, de odio al mundo. Y, cuando hablaba, los mismos sentimientos que afeaban su mirada aparecían en sus labios, que se torcían y arqueaban, como si se pusieran al servicio de lo zafio y de lo vulgar. ¿Era aquello belleza?
Lo que llamaba la atención de aquella otra mujer era lo equilibrado de las formas de su cuerpo, que ella hacía resaltar con naturalidad mediante su vestido. Aquel cuerpo generaba una sensación de agrado y de armonía. No era necesario asociarle ningún componente sexual, bastaba solo el estético. Pero aquella mujer no estaba cultivada. Por su manera de hablar parecía que escupía palabras, lanzándolas al aire con una violencia que les dotaba de una extraña fuerza innecesaria e improcedente. Eran palabras sin demasiado sentido, con frases mal construidas, no fáciles de entender, que encerraban demasiados disparates y excesivas ordinarieces. ¿Era aquello belleza? ¿Era bella aquella mujer?
Aparecieron luego otras dos mujeres. Una de ellas era bastante gruesa; la otra, extremadamente delgada. Sus cuerpos sugerían una alimentación poco racional en ambos casos, en una, por exceso, y en otra, por lo contrario. Por los temas que trataban en su conversación y por la manera en que lo hacían, daban a entender que eran personas instruidas, amantes de lecturas interesantes, que gozaban aprendiendo y que, con lo que decían, hacían pensar. ¿Eran bellas aquellas dos personas? ¿Estaría, quizá, la belleza más en la inteligencia que en el cuerpo?
Había por allí también hombres. Se nos ha acostumbrado a buscar la belleza en las personas del otro sexo, pero ¿tiene que estar asociada la belleza a un sexo o a otro? ¿dónde hay que buscar la belleza? ¿en qué hay que fijarse para encontrar la belleza? ¿hay alguien capacitado para dictar en qué consiste la belleza. Es más, lo que yo me pregunto ahora es ¿qué es la belleza?