Tal día como hoy de 1848 nació Gottlob Frege.
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El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Dice Irene Vallejo en la página 146 de su libro:
“Aunque esta idea [de hacer de la propia vida una obra de arte] no era nueva, en la época helenística se convirtió en un refugio para los desorientados huérfanos de las libertades perdidas. En ese periodo, la paideía -en griego, 'educación'- se transforma para algunos en la única tarea a la que merece la pena consagrarse en la vida. El significado de la palabra se va enriqueciendo, y, cuando romanos como Verón o Cicerón necesitan traducirla al latín, el eligen el término humanitas. Es el punto de partida del humanismo europeo y sus irradiaciones posteriores. Los ecos de esta constelación de palabras no se han apagado todavía. La Enciclopedia ilustrada rescató la antigua paideía -que desciende de la expresión en kyklos paideía, [que significa educación en círculo]-, que todavía hoy resuena en el experimento global y políglota de la Wikipedia”.
Me parece muy importante que ya los griegos asociaran la educación con la humanización, con la huida del tosco estado en el que nacemos para convertirnos en los seres humanos que estamos destinados a ser. No sé si hoy esta idea ha caído de nuevo en desuso o si tanto la educación como la humanización han sido astutamente sustituidas por brutos becerros de oro.
6 de noviembre de 2017
La realidad se parece mucho a un iceberg: sólo vemos la parte que nos aparece. Si investigáramos un poco, nos daríamos cuenta de que la parte oculta es mucho más compleja, dura y trágica que la visible.
Huyendo del hedor que me produce este mundo maltratado por la naturaleza y por algunos políticos ineptos y egoístas, y buscando otro un poco más amable, con más apertura de miras y más constructivo, he intensificado, en la medida de lo posible, la lectura. Si hay algo en esta vida que te hace pensar y crecer a tu ritmo y a tu gusto, es la lectura. He tenido la oportunidad estos días de leer, entre otros, un libro excepcional, gozoso, lleno de sabiduría y de atractivo, me parece que muy bien escrito y que considero importante para nuestra ilustración. Me refiero al que publicó el año pasado Irene Vallejo titulado El infinito en un junco, en la editorial Siruela, y del que van ya más de quince ediciones. Además, acaba de recibir el Premio Nacional de Ebsayo. Un libro indispensable.
Voy a poner aquí algunos párrafos de este libro porque me parecen útiles para pensar, convenientes para vivir y necesarios en unos momentos en los que muchos tenemos que buscar oxígeno en donde sea posible encontrarlo. El tema que trata la autora es el de la invención de los libros en el mundo antiguo.
Los griegos habían sido ciudadanos de pequeñas naciones hasta que apareció Alejandro Magno. Este dotó a aquellos pequeños territorios de una estructura imperial que acabó con la independencia, la política y la cultura de cada uno de ellos. Para salvar ese vacío los griegos se refugiaron en nuevas culturas y religiones. Algunos de ellos se dedicaron a educarse para intentar permanecer libres e independientes en aquel mundo globalizado.
Irene Vallejo dice en su libro (página 145 y s.) que se dedicaron a “desarrollar hasta el máximo posible todos sus talentos; a conseguir la mejor versión posible de sí mismos; a modelar su interior como una estatua; a hacer de su propia vida una obra de arte. (…) En la última entrevista que concedió, fascinado por esta idea antigua, Michel Foucault dijo: 'Me llama la atención el hecho de que en nuestra sociedad el arte se haya convertido en algo que atañe a los objetos y no a la vida ni a los individuos. ¿Por qué un hombre cualquiera no puede hacer de su vida una obra de arte? ¿Por qué una determinada lámpara o una casa pueden ser obras de arte y no puede serlo mi vida?'".
Hoy vivimos como nos apetece. En cierto modo, de cualquier manera. ¿No deberíamos cuidar lo que hacemos de nuestra vida como si estuviéramos creando una obra de arte? ¿Por qué hoy avanza lo chabacano y retrocede lo bello y lo elegante?
BRUCE SPRINGSTEEN (New Jersey, USA) vuelve a sus orígenes. Aparece un nuevo álbum con el grupo de su época clásica, la E Street Band, que se disolvió en 1989. Las relaciones siempre han sido buenas, han actuado y grabado alguna canción esporádicamente, pero este es un proyecto de recuperar un camino que el Boss había dejado para explorar direcciones variadas. El entusiasmo de crítica y público es enorme.