Vivimos en una sociedad de culto al cuerpo; y para muchas personas la llegada del buen tiempo supone un incremento de la ansiedad por tener que exponer más su cuerpo, llevar menos ropa y estar expuest@ al juicio de valor de l@s dem@s.
Es natural que haya una cierta preocupación por el cuerpo y la autoimagen; pero muchas veces se convierte en algo obsesivo, compulsivo y autodestructivo que constituye un trastorno dismórfico corporal o dismorfobia.
Estas personas invierten mucho tiempo y energía en acicalarse, mirarse al espejo, hacer ejercicio, intervenciones quirúrgicas y cuidados estéticos...
Suelen tener un tipo de personalidad obsesiva y suelen ser muy perfeccionistas y exigentes centrándose en alguna característica corporal personal (el tamaño, la simetría, su nariz, pelo, genitales, etc.) que la magnifican irracional y negativamente creando una gran distorsión cognitiva por la cual a este trastorno se le ha denominado el de la “fealdad imaginaria”.
Suele cursar con un bajo estado de ánimo, baja autoestima, inseguridad, ansiedad, aislamiento, ideación suicida e intensos sentimientos de culpa y de vergüenza.
Cuantas más obsesiones (ideas como por ej. tener tripa ) se tienen, más compulsiones (actos como por ej. taparse u operarse) se generan para combatirlas, así como conductas de evitación (por ej. no ir a la playa). Por lo tanto, cuanto más se ceda a las compulsiones, más fuerte será el patrón de obsesiones y viceversa.
Este trastorno produce gran sufrimiento y es susceptible de tratamiento psicoterapéutico.
Y la idea sería alejarse de cualquier exceso perfeccionista y acercarse a la máxima de mens sana in corpore sano.