La palabra tradición y la palabra traición tienen la misma raíz latina: traditio de tradere, o trans dare, dar al otro lado, entregar. Tradición es entregar a la generación siguiente. La tradición entrega lo que debe a quien se debe. La traición en cambio entrega lo que no debe a quien no se debe. La raíz común se bifurca así en dos sentidos. Sin embargo hay dos razones para repensarlos. La primera es que toda traición lo es en el fondo contra alguna clase de tradición y la segunda es que la adaptación a los tiempos nos invita cada día a traicionar tradiciones. La verdad es que traición quizá suene demasiado mal para lo demasiado bien que quizá suene tradición. Es como si la palabra traición se hubiera inventado la palabra tradición para defenderse atacando. Ambos conceptos aluden a nuestros usos, costumbres e ideas por lo que responden a la vez a una lógica de lo verdadero y de lo falso y a una ética de lo bueno y de lo malo. Tradición y traición son conceptos aferrados en el fondo de la confusión crónica y de la intolerancia aguda que corroe los colectivos humanos por dentro y por fuera. Por todo ello conviene renegociar su significado, no sea que podamos hablar el mismo lenguaje aunque sea en diferente idiomas. Probamos con unos cuantos aforismos.
1. Una buena costumbre persevera solo porque es buena, una tradición persevera solo por que es tradición.
2. Una costumbre es un producto fresco, una tradición una conserva cuyos aditivos son los ritos y las ceremonias.
3. Una paella no es una tradición sino una buena costumbre.
4. La tradición nunca es suficiente, ella sola, para justificar absolutamente nada.
5. Las costumbres se descubren, las tradiciones se construyen.
6. Los típicos pantalones de los gauchos sudamericanos proceden de un pedido anulado por el ejército turco cuando la guerra de Crimea acabó antes de lo previsto.
7. Las identidades individuales inventan tradiciones para construir identidades colectivas.
8. Cuando el único argumento que queda para que algo persevere es la tradición es que ese algo ya se ha muerto.
9. El comprensible apego a la propia identidad está en lo más hondo del apego a las tradiciones, como si una identidad estuviera hecha de tradiciones y no de la capacidad para reinventarlas.
10. El impulso ciego de defender tradiciones solo porque lo son responde a una curiosa incomodidad estadística: ¿por qué se va a morir ahora si no se ha muerto nunca antes?
11. Diferentes colectivos se integran en otro colectivo viable cuando consiguen tolerarse mutuamente sus tradiciones.
12. Un país da el salto definitivo a la modernidad en el momento exacto en que cae en la cuenta de que adquirir nuevo conocimiento pesa más en su identidad que el conjunto de todas sus tradiciones.
13. El tiempo de vigencia transcurrido de una tradición no contiene información alguna sobre el tiempo de vigencia que aún le queda.
14. Una persona empieza a envejecer cuando siente que sus tradiciones pesan más que sus proyectos.
15. ¿Pureza de tradición? La pureza es solo una mezcla de referencia.
16. En una tradición escrita se mide demasiado bien la distancia a una literalidad intocable.
17. La tradición es un congelado de costumbre y el fundamentalismo un ultracongelado de tradición.
18. El ciudadano que solo lee un solo libro tiene menos remedio que el que no lee ninguno.
19. En una sociedad de insectos un individuo puede incendiar su vida en honor de una tradición escrita para el colectivo, pero una buena oportunidad para seguir vivo, quizá la última, está en cambiar de identidad, de ahí la reproducción sexual, de ahí la simbiosis, de ahí la cooperación, de ahí la evolución,… de ahí que no seamos aún todos bacterias.
20. La tradición es el lastre del espíritu de los tiempos.
21. El progreso moral fluye río arriba rodando tradiciones, rodeándolas y redondeándolas, a pesar de todo.
Publicado en el diario El País del 19 de julio de 2014.